sábado, 30 de junio de 2007

“Si todo hubiese salido bien, yo hoy sería un héroe"

  • Entrevista a Pedro Carmona Estanga
  • En Venezuela es fácil hacer leña del árbol caído. El afán de autodestrucción es grande
  • El mío no es un exilio dorado
  • Me entristece el rumbo de los acontecimientos actuales
  • ¿Pedro el Breve? ¡De todas maneras iba a ser breve!
  • Es injusto hacer recaer en mí toda la responsabilidad en el fracaso de la idea de formar un gobierno de transición

Triunfad: seréis justificados
Balzac

El hombre que le regaló al país día y medio sin Hugo Chávez, ha pagado su proeza con cinco años de exilio, en Bogotá, y, además, con el peso de saber todo este tiempo que cuenta no sólo con el menosprecio del oficialismo, que lo ha satanizado, sino también con un helado y opresivo desdeño por parte de la oposición.
Aún porfía por permanecer fresca, su menuda imagen y su triunfal sonrisa en la televisión, rodeado de luces, del clamor de los aplausos y una atronadora profusión de exaltaciones, en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, aquella increíble jornada del 12 de abril de 2002, cuando muchos aún se restregaban frenéticamente los ojos amanecidos, dudosos de que se tratara de una visión real. Ni siquiera resultaba una prueba definitiva de aquel dramático vuelco en los acontecimientos el hecho de ver a un Chávez, desangelado y sin voluntad, dirigirse al interior del Fuerte Tiuna con el pesado y robótico andar de un tanque averiado.
Pedro Carmona Estanga, el mismo que le devolvió al país, por unos instantes, su nombre original, el de República de Venezuela, a secas, decretó la reorganización de los poderes públicos y que, tras levantarse de su asiento tomó con la mano derecha un papel y alzó la izquierda para juramentarse Presidente a sí mismo, llega ahora para la entrevista con el periodista a la habitación de nuestro hotel, solo y sin protocolos, en tierra que por más hospitalaria siempre será extraña, sin expectativas estelares ni más compañía que la de un paraguas puesto en la clemente tarea de resguardarle de las frías punzadas de una repentina ventisca nocturna.

Duelen las distorsiones

–¿Qué tipo de exilio es el suyo?
–No es un exilio dorado, verá. Todo exilio es por naturaleza duro. Supone cambios de vida muy profundos. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, no soy un hombre de recursos económicos. Dirigí empresas, pero no tengo en verdad una posición holgada. Me ha tocado vivir con austeridad, con sobriedad, dedicar mi tiempo a una actividad distinta: la académica, que no es remunerativa pero sí enriquecedora intelectualmente, y un medio para convivir con la juventud de este país que me acoge, que es la mejor forma de conocer una nación. Así que trabajo más que de sol a sol.
–No le preguntaba por lo que significa un exilio en lo económico, sino desde el punto de vista espiritual, moral.
–En la medida en que uno es objeto de expresiones, de distorsiones, resulta doloroso, porque si algo puedo exhibir con orgullo en la vida es una trayectoria limpia, honesta. A veces detractores o adversarios, o quienes no me conocen, hacen ver como si uno fuese un ambicioso, en fin, alguien que un momento buscó una oportunidad de ejercicio de poder. De manera que en lo moral, y desde la distancia, no puedo negar que resultan dolorosas las distorsiones que puedan hacer algunos, pensando en aquello de que la historia la escriben los vencedores. Pero cuando se tiene esa trayectoria limpia de una vida, y la conciencia tranquila, los golpes morales fortalecen el espíritu.
–¿Ha dicho, doctor, que tiene la conciencia tranquila?
–Sí, es que todas esas adversidades desarrollan una fortaleza de espíritu, por sobrellevar tiempos difíciles. He tenido entereza, fortaleza de ánimo y mucha fe en Dios.
–Dígame, ¿duerme usted?
–Sí, sí, y muchas veces; dado mi intenso trabajo intelectual, lo necesito. Pero, desde luego, duermo con preocupaciones sobre la realidad de esa patria que me vio nacer, y donde están mis raíces profundas.
–¿Ningún recuerdo de sus actuaciones le altera, ninguno?
–Siempre hay oportunidades de reflexión sobre las circunstancias históricamente complejas que me tocó vivir, sin buscarlas, por cierto, pero que no eludí. Cuanto habría deseado, por supuesto, que hubiese sido otro el resultado de esa avalancha de acontecimientos no programados. Cuando no hay planes estructurados, los resultados no son previsibles tampoco.

El pesar de un hecho fallido

–La fiscalía ha solicitado su extradición. El TSJ lo declaró procedente en abril de este año. Lo acusan de rebelión, de usurpación de funciones.
–El único delito del cual se me acusa es el de rebelión.
–El delito de rebelión civil tiene una pena de entre 12 y 24 años de prisión.
–Según todos los tratadistas, y la jurisprudencia, la rebelión es el delito político por excelencia, y así fue ratificado en su momento, hace ya más de cinco años, por el país asilante.
–Para el Ministerio Público la usurpación de poder es un delito común, no político. Hay un acuerdo de extradición de 1911 entre Venezuela y Colombia, el cual establece que no se considerará delito político cuando se haya atentado contra la vida de un Jefe de Estado. Chávez dice que usted ordenó matarlo el 11-A, tras una llamada de Washington.
–Si en algún caso se han cumplido las estipulaciones del derecho internacional fue en el caso de mi asilo, es decir: asilo diplomático primero, calificación del asilo por el gobierno asilante, otorgamiento del salvoconducto por parte del gobierno de Venezuela, y materialización del asilo territorial en Colombia. En cuanto a la versión de que se tramó contra la vida de Chávez, eso es una monstruosa mentira.
–Cada 11 de abril, ¿qué piensa, qué siente?
–Cada aniversario es una fecha que en Venezuela lleva a la exaltación no del 11 sino del 13 de abril. Más allá del pesar que produce un hecho fallido en sus resultados, lo que más me entristece es ver el rumbo de los acontecimientos actuales. Yo no estoy en activismo político. Uno de los sacrificios que supone el exilio es abstenerse de ejercer una participación activa en política. Pero ello no implica que no siga con absoluta atención todos los hechos que día a día se suceden en el país, y respecto de los cuales tengo una visión legítimamente crítica.
–¿Se sabe odiado, negado, censurado?
–Es natural que haya sentimientos adversos en el gobierno. Pero la incomprensión en sectores (porque no son todos) de la oposición, en buena parte está basado en un análisis parcial, o distorsionado. Es fácil, por ejemplo, decir que el 11 de abril se dio a espaldas de la expresión de parte de la sociedad, cuando de lo que se trataba era de llamar de manera muy rápida al pueblo, depositario del poder constituyente originario, a una relegitimación de los poderes públicos. La primera era la elección parlamentaria, en 90 días, y, desde luego, la presidencial, que ha debido ocurrir en diciembre del 2002. Lo otro que es fácil en Venezuela es hacer leña del árbol caído, convertir a los héroes en villanos, como lo hemos visto en distintas etapas desde el 2002 hasta el día de hoy, sea con la Coordinadora Democrática, con la dirigencia política, con el candidato Rosales, con los autores de la huelga petrolera. El afán de autodestrucción es grande en el país.
–¿Se refiere a que ha visto de cerca la miseria humana?
–¡Huy!, de eso tengo un rollo. Es casi inherente a la condición humana, ver inconsistencias, miserias, oportunismos, pero eso no ha logrado amargarme.
–¿En serio?
–Así es. Una cosa es constatarlo, otra cosa es que lo aplaste a uno. Siempre he creído, como dicen las Sagradas Escrituras en el libro de Job, que basta que haya un justo entre cien seres humanos, para que valga la pena vivir.
–Cuando usted se juramentó había más de 300 personas en Miraflores.
–¿Un lleno, no? El ambiente estaba desbordado de gente que acudió. Nadie recibió una invitación especial.
–Y todos aplaudían de pie.
–Sí, así fue. Más allá de esos apoyos había que asegurar el más amplio respaldo nacional, en el propósito de enrumbar con mucha transparencia la institucionalidad del país.
–Fue una imagen dura ver festejar y abrazarse a gente poderosa, luego de tantas marchas y de tanta sangre popular derramada. Hoy ninguno de aquellos que lo adulaban quiere saber nada de usted.
–Algunos atribuyen a Pedro Carmona la responsabilidad de todos los hechos, de todas las fallas u omisiones de aquel momento. Yo no evado mi cuota de responsabilidad, pero enrostrar en una circunstancia histórica tan compleja, todo, a una sola persona, cuando hubo centenares de actores, civiles y militares, es algo injusto.
–En un momento no se sabía quién mandaba a quién, o quién era el rehén de quién. Algunos observadores han opinado que el general Efraín Vásquez Velazco fue decisivo tanto para la salida de Chávez como para su regreso.
–Tenía una posición clave y demostró falta de determinación. Fue objeto de muchas presiones y exhibió inconsistencias que, desde luego, tuvieron repercusión en el desenlace, en el regreso de Chávez al poder. Ciertamente, en el mundo castrense, que era crucial en aquel momento, hubo numerosísimas inconsistencias, omisiones o errores, y otro tanto en el mundo civil. Es lo que habrá que ver, algún día, de una manera mucho más objetiva.
–¿Acaso alcanzará a ver esa rectificación, en tiempos de perpetuidad?
–Es un hecho al que aspiro como ser humano. El día que pueda, sin el silencio que algunos medios me han impuesto, recomponer, debatir y aclarar muchas infamias. Con la frente en alto ratificaría ante el país que soy un hombre de bien, que no soy un ambicioso. Mi objetivo es limpiar mis actuaciones y mi nombre. Le pido a Dios que viva no sólo para retornar sino para lograr con todo esmero ese propósito.
–¿Es verdad que Isaac Pérez Recao, su antiguo empleador en Venoco, lo movía a usted como a un muñeco, que fue él quien anotaba a los nuevos ministros en su computadora?
–Esa leyenda está plagada de malévolas fantasías.
–Usted ha sido convertido en una especie de símbolo de lo que no puede ser, de lo prohibido. Su rostro es una de las mejores banderas del gobierno, para descalificar a la oposición, por golpista.
–En los reveses políticos, o históricos, muchos se sienten impulsados a lavarse las manos, a buscar al chivo expiatorio, a alegar: yo no participé, no estuve de acuerdo. Eso es profundamente injusto. Si las cosas hubiesen salido bien, yo estaría en un pedestal actualmente.
–¿Le habrían erigido estatuas?
–Sería un héroe. Mi reflexión sería por las persecuciones que esto generó, por las purgas, los procesos que se han abierto, las imputaciones que ha hecho el gobierno. Por eso comprendo que haya gente que se ha replegado. Ahora, ¿cómo hacer recaer toda la responsabilidad en una sola persona? Jamás se pretendió instaurar un régimen de facto, una dictadura, sino una transición de sólo meses (ni siquiera un año), para que fuese el pueblo el que en elecciones limpias, definiera el futuro del país, y muy en especial, en cuanto a la elección de poderes que ya tenían en ese momento un alto grado de ilegitimidad. El país fue testigo de las expresiones de alegría, de euforia, en fin, y todo fácilmente se convierte hoy en censura. La verdad surgirá algún día, porque el tiempo es el mejor juez.
–Mientras tanto usted no es sino Pedro el Breve.
–Fue un intento de formar un gobierno provisional. De todas maneras iba a ser breve, aunque hubiera tenido éxito, porque nunca habría excedido, ¡nunca!, de diciembre de 2002, para cumplir todo el proceso. El país no llegó a saber que el 13 de abril anuncié a la OEA, por intermedio del secretario general, que la provisionalidad invocaría la Carta Democrática Interamericana, para involucrar a ese organismo internacional como garante del pleno restablecimiento del orden institucional. También se olvida que el propósito era proponer cuatro enmiendas constitucionales: 1. Acortar el período presidencial a cuatro años, con una sola reelección. 2. Retorno de los militares a sus cuarteles y el reconocimiento del carácter no deliberante de las Fuerzas Armadas. 3. Doble vuelta electoral, para asegurar la legitimidad necesaria del Presidente. 4. La formalización del restablecimiento del nombre de Venezuela.
–¿Qué pasó, a su juicio qué fue lo que falló?
–Si pudiera hacer un balance, yo atribuiría el fracaso a tres hechos. Uno, la inexistencia de un plan preconcebido. Había una crisis política profunda, pero no un plan de sustitución del gobierno de Hugo Chávez. Segundo, el error atribuible al mundo castrense, de impedir la salida de Chávez a Cuba, como estuvo dispuesto esa madrugada, por considerar que debía permanecer en el país para ser juzgado. Ese fue un error capital. Tercero, las incomprensiones respecto al alcance del decreto, a pesar de las rectificaciones. Además, hubo falta del sentido de unidad en el estamento militar, especialmente en el Ejército.
–Esa juramentación suya, al estilo Napoleón, no fue una plausible pieza democrática.
–Sí, eso quizá tuvo un efecto de imagen. Si hubiese existido una posibilidad real de que el parlamento le diera legalidad a la formación del gobierno provisional, ese habría sido un camino, pero ello no pasó de conjeturas. Jamás se concretó la hipótesis de un cambio en la correlación de fuerzas de la Asamblea Nacional, como se ha dicho.
–En Miraflores, ni siquiera el Regimiento de la Guardia de Honor fue reemplazado. El ministerio de la Defensa recayó en un vicealmirante, un militar sin mando real. Los partidos dicen que usted rehusó concertar con ellos, que hasta los dejó esperando para reunirse, y que por tanto careció de verdadero piso político.
–No eludí, hubo hechos. Yo tuve comunicación telefónica con actores que no me dieron seguridad. Hubo respuestas ambiguas. Yo no busqué, a mí me llamaron a formar un gobierno provisional. Yo no me aparecí voluntariamente. Como digo en mi libro (Mi testimonio ante la historia, editorial Actum), a Ramírez Pérez lo designé ministro por las discrepancias en el Ejército. Luego lo iba a sustituir el general Navarro Chacón.
–Los políticos dicen que con la excusa de ir a bañarse usted abandonó una reunión con ellos y que poco después lo vieron por la televisión llegando a Fuerte Tiuna. ¿Es cierto eso?
–Estaba reunido con toda esa dirigencia política en Venevisión, en las instalaciones del canal de Gustavo Cisneros. A la medianoche salí y me dirigí al hotel Four Seasons, a asearme, a tener comunicación con mis colegas de Fedecámaras. Al llegar al lobby del hotel recibí una llamada, pidiéndome que me trasladara a Fuerte Tiuna para una reunión. Había más que rumores, versiones insistentes en cuanto a la renuncia del Presidente. De manera que no es que salí escondido, a hurtadillas. Esa es una de las mentiras lamentables.
–¿Qué dice de las espectaculares vueltas que ha dado la vida de Cisneros? Carlos Andrés Pérez, que habló al país el 4-F desde Venevisión, en sus Memorias Proscritas señala: “Cisneros es gran estafador político”. (Pág. 415)
–Carás, me pone un tema difícil. Frente a ese tema no puedo sino de manera sincera deplorar las actuaciones de Cisneros y de su organización, y en especial el hecho del cierre de RCTV, sin que haya merecido un gesto de solidaridad de su parte.
–¿Es verdad que José Vicente Rangel estaba en la jugada? El era el ministro de la Defensa y tardó en pronunciarse. Fue de los últimos en incorporarse a Miraflores, la noche del 13, al retorno de Chávez. Llamó para decir que iría cuando su vida no corriera peligro.
–No puedo decir responsablemente que él hubiera tenido acercamiento o participación en los eventos de abril, pero algunos analistas han dicho que sus expresiones evidencian que estaba aguardando ver cuál era el futuro de la consolidación o no de la provisionalidad. Hay quienes advierten que tuvo posturas ambiguas, o de espera, a ver qué podía pasar.
José Ángel Ocanto


Le tendí a Chávez puentes de oro

–¿Qué siente usted por Hugo Chávez?
–Dios mío, no me busque la lengua. Yo lo que debo recordar es que nadie en Venezuela le ha tendido al presidente Chávez los puentes de oro que yo le tendí desde la presidencia de Fedecámaras, y que lamentablemente no supo valorar. Lo acompañé en algunas visitas al exterior. Yo dialogué con el Presidente, tuve conversaciones con él exhortándolo a que, más allá de las diferencias, teníamos el deber de buscar puntos de entendimiento. Durante cien días dialogué con el Gabinete Económico. Falló quizá la visión del estadista, en aras de la visión del revolucionario.
–¿Es Chávez un hombre bruto?
–Chávez no es un hombre limitado. Es un hombre sagaz, que absorbe conocimientos como una esponja.
–Ser una esponja no es precisamente sinónimo de solvencia intelectual.
–Obviamente. Es un hombre intuitivo. Es un comunicador nato.
–Añora, como Pérez Bonalde, la vuelta a la patria. (“¡En marcha, en marcha, postillón, agita el látigo inclemente!”)
–Qué más puedo desear que retornar el día en que haya las condiciones, consciente de que el país requiere de un gran proceso de reconciliación, de cicatrizar fracturas profundas que hasta ahora persisten.
–¿Qué se puede esperar de las marchas que eventualmente se realizan en Venezuela?
–Como expresión de disidencia, de angustia, es un recurso necesario, pero no suficiente.
JAO

"Los pronunciamientos públicos de Rafael Poleo y de Petkoff antes de conocerse el Decreto, denotan prejuicio, ignoro si porque se deseaba otra cosa o porque yo era hasta entonces el presidente de Fedecámaras, pese a que no lo busqué. El hecho es que no se otorgó al nuevo gobierno el beneficio de la duda al menos por unas horas, hasta que se configurara el equipo y se viera de manera objetiva su orientación".
Pedro Carmona Estanga
“Mi testimonio ante la historia”
(Pág. 196)

¿Celebrar, protestar?

Esta semana podría resultar especialmente intensa.
Ojalá. Lo peor que puede pasar en este país es que no pase nada. Es decir, que la piel se nos vuelva dura y la sensibilidad se pierda. Que se adormezca por completo la capacidad de asombro. Que empecemos a pensar que es posible, o quizá conveniente, transigir, mirar hacia los lados, dedicarnos a silbar creyendo que así espantamos el peligro. Que optemos por convivir con la tragedia, y, la pupila dilatada al máximo, nos acostumbremos a mirar en la oscuridad, a perder, o conceder, día a día, un nuevo palmo de libertad. Que pasemos a ser un país de resignados. O que, sea cual sea la razón, o la sinrazón, nos declaremos inconscientes de que nos deslizamos precipitadamente por los declives de un fatal tobogán.

¿Bomba en la Copa?

Este martes, 26 de junio, se abrirá el telón de la Copa América, evento que, según la imprudente advertencia del ministro del Interior, Pedro Carreño, pudiera ser objeto de tres tipos de sabotajes, incluyendo nada menos que la "acción terrorista con bomba o con francotirador". ¡Como para apresurarse a comprar un boleto en primera fila!
Afortunadamente el ruido de una alarma tan grave, como quiera que procede de un militar y alto funcionario ligado precisamente al ámbito policial, resultó amortiguado en seco a causa de la precaria credibilidad de quien, hace unos cinco años, en su papel de parlamentario, gritó ante el mundo la memorable ridiculez según la cual DirecTv espía a sus suscriptores mediante el uso de un decodificador bidireccional. Desde mucho antes, pero en especial a partir de ese preciso día y hora, disculpe señor ministro, cuesta mucho tomarlo a usted en serio.
Con la misma desfachatez se atrevió a asegurar que Vladimiro Montesinos, aquel siniestro personaje peruano caído en desgracia tras un escalofriante cúmulo de tropelías, ¡estaba muerto! Hasta acusó a las autoridades de Lima de encubrir el espinoso asunto y ofreció presentarles "los documentos" probatorios de su otra estrafalaria versión. Apenas unos días después se comprobaron las sospechas asomadas en la prensa, la de allá y la de acá. Mientras Carreño, con mañas de prestidigitador, se esforzaba en burdas engañifas que sólo buscaban desviar la atención, y torcer la investigación, Montesinos había permanecido oculto, a todo lujo, en varios lugares de Venezuela. No tuvo inconveniente, incluso, para que lo sometieran a los consentidores esmeros de una cirugía estética, en una clínica caraqueña. Los organismos de seguridad, ¿por orden de quién?, habían cuidado de proteger celosamente al "doc".

Carreño sin manual

Un día después de la apertura del costoso e improvisado pan y circo futbolístico, este miércoles 27 será la fecha consagrada, desde el año 1965, a la celebración de los periodistas. En Miraflores, además de los discursos negadores de los mortíferos tropiezos que sufre ahora la libertad de expresión, habrá premios y hasta una abundante provisión de condecoraciones para el gremio tildado varias veces de "inmoral" por el mismo ministro Carreño, falto ciertamente del célebre manual de urbanidad que su apellido lleva a recordar.
"¡Y hasta tienen el tupé (el atrevimiento, pues) de marchar!", se queja él.

Un mes sin RCTV

Y el jueves 28, para rematar, se cumple el primer mes del cierre de Radio Caracas Televisión. Cierre, claro, ¿qué otra cosa fue? ¿O propagaremos también esa pérfida necedad según la cual aquí no hay presos políticos sino políticos presos, o la barrabasada que, detrás de los guardaespaldas, sueltan quienes aseguran que en el país no se registran crímenes sino ajustes de cuentas?
Acomodarle a RCTV el burocrático e impropio título de "fin de la concesión" no deja de ser más que un sumiso, o adulante, recurso semántico que, por más que se le fuerce, jamás podrá ocultar, y menos aún justificar, el brutal arsenal de arbitrariedad e ilegalidades echado a rodar, desde el instante en que la voz que pretende ser la única, e inapelable, en oportunista olvido de su pasado reciente condenó al canal, vea usted, ¡por golpista!

Entre Garzón y Ortega

Como preámbulo de esta semana que promete agites y más de un trastorno público, la visita del juez Baltasar Garzón sometió a prueba el estrecho y pantanoso margen de tolerancia que suele evidenciar el oficialismo. Llamado "mercenario", "acróbata" y hasta "payaso", el célebre juez español no se inmiscuyó en nuestros asuntos más que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. Garzón, sin citar a nadie en particular, esbozó principios tan inobjetables como que "una democracia sin valores tiende a convertirse en un totalitarismo", y, a renglón seguido, que "quien más poder tiene debe ser el más controlado". ¿Dónde está el exceso, el delito, en esta opinión? Esa misma idea está contenida en diversos tratados. ¿Por qué la rabia del TSJ, por qué poner el grito al cielo si alguien dice que los jueces no pueden ser "lacayos" o "serviles"? Si no lo son, señorías, ¡entonces demuéstrenlo! Oportunidades les sobrarán. ¿Qué esperan?
Y si lo de Garzón implica una valoración personal, o subjetiva, pues entérense de que no se trata, en lo más mínimo, de una impresión en solitario. A principio de este mismo mes, una declaración conjunta de los Colegios de Abogados de Venezuela, rechazó "la presión oficialista ejercida sobre el Poder Judicial". Aludían al discurso del Presidente el 24 de marzo de este año, en el Teatro Teresa Carreño, "cuando afirmó sin ambages ni comedimientos que constituía una traición al pueblo, una traición a la revolución, el dictar decisiones judiciales que neutralizaran actos del Gobierno, si estas se hacían de espaldas al líder de la revolución".
¿Qué explica el hecho de que el TSJ monte en cólera si alguien, desde afuera, les recuerda que un juez no puede ser servil, pero calla si el dueño del poder les advierte casi al mismo tiempo que dictar leyes que lo contraríen, o enojen, lo interpretaría como una traición? Traición, por cierto, que, ya se sabe, se paga con deshonra y destitución.
Por tanto, Garzón restregó conceptos válidos en cualquier democracia.
En cambio Ortega dijo que nuestra juventud, ahora en la calle, está obligada a identificarse con el proyecto del amo con chequera generosa. Los llamó "manipulados" y portadores de "un mensaje de odio".

¿Masoquistas?

Celebrar, en estas condiciones, el Día del Periodista, sería una patética muestra de masoquismo. Una torpeza.
La viciada atmósfera del país no está como para dedicarnos a festejos huecos, intrascendentes, y menos aún para repetir solícitos brindis con el verdugo.
Justo por estos días ha salido a relucir que la reforma constitucional analizada en cenáculos contempla la eliminación del secreto profesional como garantía en la labor de los periodistas.
El CNP del estado Táchira nos ha recordado que el artículo 5 de la ley que, por ahora, nos ampara, le adjudica al gremio el carácter de "custodio y defensor" del derecho inalienable del público a estar informado.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, SNTP, y la Asociación Civil Expresión Libre, al convocar a una marcha nacional, han contabilizado unas 800 agresiones a medios y periodistas durante los últimos ocho años. El cuadro se vuelve aún más sombrío si se le añade el constante cierre de las oficinas de prensa, la amenaza de acabar con el Colegio Nacional de Periodistas, las acciones judiciales incoadas contra más de 30 reporteros, la aparición de la figura de la autocensura, la oficialización del delito de opinión, y el hecho de que la prensa pase a ser una especie de objetivo político y judicial del gobierno. Y, encima, la pretensión, proclamada a los cuatro vientos, de instaurar una hegemonía comunicacional.
Una buena ocasión para refrescar un mandato del Código de Ética del Periodista Venezolano. Artículo 40: "El periodista tiene el deber de combatir sin tregua a todo régimen que adultere o viole los principios de la democracia, la libertad, la igualdad, la justicia".
¿Celebrar? ¡Otro día!


Cada vez más aislados

¿Cómo no entender, el proceso aislacionista que vive Venezuela? No es casual que el gobierno socialista de Zapatero en España, tan zángano hasta ahora, haya marcado prudente distancia. Chile nos ha sustituido en la CAN, al propio tiempo que el ingreso de nuestro país a Mercosur está en un crítico veremos. El sobresalto sobre las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, en Alemania, con la presencia de Brasil en condición de potencia, motivó a las autoridades venezolanas a elaborar un apresurado comunicado, junto a, ¿saben quiénes?: Bolivia y Cuba. ¡Debe haber temblado la Unión Europea en pleno!
El panorama adquiere matices impensados, interesantes.

domingo, 17 de junio de 2007

¿Podemos "celebrar" el Día del Periodista?

José Ángel Ocanto habla a los estudiantes larenses,
frente a la sede del diario EL IMPULSO. “Ustedes son
la bandera, la llama que faltaba”, les dijo

"Celebrar, en las actuales circunstancias, el Día del Periodista, en Venezuela, sería el peor absurdo que pudiera cometerse", en opinión del ex secretario general del Colegio Nacional de Periodistas, seccional Lara, José Ángel Ocanto.
El comunicador señaló que el gremio en varias entidades del país se ha pronunciado en ese sentido, y Lara, apuntó, no debería ser una bochornosa excepción.
-El CNP del estado Táchira ha producido un lúcido y valiente comunicado, en el cual recomendó a todos sus afiliados no concursar por este año en ninguno de los premios de periodismo auspiciados por ningún ente público o gubernamental, como una señal manifiesta de protesta y desagrado a las posturas oficiales frente a la libertad de expresión y el papel de los periodistas.
-Sería una incalificable humillación recibir un premio, o aceptar el halago, o brindar junto a quienes el resto del año nos han perseguido, sometiéndonos al desprecio y a un hostigamiento incesante, en busca de acallar el ejercicio del periodismo plural, crítico y de investigación.
JAO aduce que en todo caso lo que cabría, a propósito del Día del Periodista, este 27 de junio, sería realizar foros, debates, o amplias jornadas de reflexión, "lejos, muy lejos de los simulados banquetes y del cínico bullicio de la música y el festín montado por el gobierno".
-Sería más provechoso y edificante discutir, ahora, sobre los sombríos peligros que se ciernen en torno a las libertades públicas, y acerca de las fórmulas que nos permitan salvar los espacios aún inviolados en la misión de informar y proyectar las realidades, al margen de la verdad oficial y del pensamiento único. Ya no se trata de las amenazas genéricas de un gobierno militarista, trasgresor e incívico, sino de hechos concretos ya materializados en el cierre de RCTV y en el enfilar de sus baterías hacia Globovisión y contra toda manifestación de disenso, como está ocurriendo ahora mismo con la protesta admirablemente no violenta de los estudiantes universitarios, acusados de fascistas.
"Por todo esto y más, celebrar premios alargados por el régimen o acudir a sus burlescos saraos, equivaldría a una imperdonable degradación, dicho esto más allá del merecimiento que pudiera caberle a los periodistas escogidos para la distinción", concluyó.



La primera noche ellos se acercan
y cogen una flor de nuestro jardín,
y no decimos nada.
La segunda noche ya no se esconden
pisan las flores, matan nuestro perro
y no decimos nada.
Hasta que un día el más frágil de ellos
entra sólo en nuestra casa,
nos roba la luna,
y conociendo nuestro miedo
nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada
ya no podemos decir nada

Vladimir Maiakovski.
Poeta ruso, 1893-1930

sábado, 2 de junio de 2007

La lección de los estudiantes
















La política cambió. El país cambió, de un día para otro.
El mensaje conmovedor de los artistas de RCTV, la noche del cierre sobre todo, caló hondo en el sentimiento del pueblo.
De repente, la gente descubrió que esas figuras idealizadas eran seres de carne y hueso, capaces de sufrir las mismas presiones y torturas que el resto de los mortales. Son como uno.
Verlos llorar de impotencia era una escena más cruda que la más atrevida de las novelas por ellos protagonizadas.
En ese instante, la figura del militar que desgobierna, se erigió más torpe, insensible, prepotente, desplantes que chocan contra la cultura social de una nación poblada por almas mayoritariamente sencillas, nobles, abiertas, solidarias. Se produjo un quiebre, una profunda ruptura. Un verdadero sismo emocional.
Al error garrafal del cierre de Radio Caracas Televisión, siguió el imperdonable despropósito del trato que el gobierno le dio al asunto, ya escapado de sus manos. Desconocer la realidad planteada no era lo más aconsejable, lo más inteligente.
El amo del poder se sobreestimó una vez más y salió con las tablas en la cabeza. ¡Qué pena, comandante!
Los tiros del profundo malestar, de la rabia que se apoderaba incluso de quienes no eran televidentes asiduos del canal clausurado, habían reventado por donde menos se esperaba.
Unos muchachos ajenos a toda militancia política, a toda sospecha de ser movidos por los hijos de las viejas estructuras partidistas, tan dispersas, distraídas y disminuidas, llenaban las calles del país de una algarabía rebelde que había estado adormedida por largos años. Nadie sabía qué se había hecho ese ímpetu, silente en aún en las horas más cruciales.
La espontaneidad había sido la clave de esa respuesta. Su homogeneidad, su frescura, su pureza.
El gobierno perdía en forma estruendosa la batalla de opinión pública, dentro de nuestras fronteras, y fuera también. Pase lo que pase, la derrota ha dejado ya un balance deplorable para el inapelable jefe que hasta hace unos minutos asumía las poses de quien dicta las pautas de la política continental.
Pero no sólo el gobierno lucía sorprendido. La propuesta de un referendo sobre el caso RCTV, por parte del líder opositor Manuel Rosales, demuestra que tampoco entre los partidos había un diagnóstico acertado. Los venezolanos ni siquiera tomaron en cuenta esa sugerencia. No la procesaron. La miraron con una olímpica displicencia, y con toda razón. Puntos en contra para Rosales.
En el ánimo de quienes disienten del oficialismo ha prendido el propósito de no ir más detrás de los trapos rojos que le son asomados desde Miraflores. Es hora de imponer una agenda, adueñarse de un discurso propio, tomar la iniciativa.
Pero es que, ¿cómo proponer un referendo a estas alturas? ¿Acaso es viable desmovilizar esa protesta, tan hermosa como inspiradora, y hacer un alto, justamente ahora, sólo para que el CNE, una vez más, nos indique el camino y nos conduzca a otro holocausto?
Ahora, es cierto que esto que está pasando requiere constancia, coherencia y mucha entereza.
Las gráficas que acompañan a este comentario corresponden a la actividad cumplida por los estudiantes en el Monumento al Sol, obra de Carlos Cruz Diez, en Barquisimeto, estado Lara.
El gobernador del estado acaba de tildar de "protesticas" esas hermosas demostraciones de fe y esperanza de nuestros muchachos.Un arranque más de despotismo. De desprecio por la opinión distinta. ¿Qué otra cosa se podía esperar?
Nuestra palabra de profunda admiración hacia los estudiantes. Eran la chispa que faltaba. Esta vez han sido ellos quienes dieron la lección. Una lección que es preciso evaluar a cabalidad, para aprenderla en toda su honda trascendencia.

Bienvenidos

Les abro las puertas a mi blog. Agradezco sus comentarios, aportes, críticas. Por favor, evite el anonimato.

Acerca de mí

Periodista. Jefe de Redacción del diario El Impulso, de la ciudad de Barquisimeto, Venezuela