domingo, 30 de septiembre de 2007
Reelección continua, ¿como en Europa?
Cuando Evo Morales asumió el poder, en Bolivia, el domingo 22 de enero de 2006, una docena de gobernantes acudió a presenciar aquel acto potencialmente pintoresco.
El aimara de cabellera lacia y nariz aguileña que juraba ante el Congreso de La Paz era, en una nación poblada por un considerable 62 por ciento de indígenas, el primer representante de etnias largamente desheredadas, que llegaba a la Presidencia, en toda su historia, y ese detallazo sin duda le imprimía una solemne curiosidad casi mítica, y un fabuloso simbolismo de floración cultural, a la ceremonia.
"Jamás nos reconocieron como seres humanos siendo dueños absolutos de esta noble tierra", no dejaría de quejarse con explicable amargura el campesino cocalero, investido de mando en ese acto, y quien, sin embargo, como para matizar dramatismos, advertía que "tampoco estamos para seguir llorando, durante otros 500 años", en directa alusión a la colonización española.
A Evo lo oían, con indeterminada atención, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil; Néstor Kirchner, de Argentina; Ricardo Lagos, de Chile; Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias; Hugo Chávez, de Venezuela. Fidel Castro ya no estaba presentable y no acudió. La lista podía seguir, pongamos por caso, con el presidente de Eslovenia, Janez Drnovsek.
Ocurre que la boscosa Eslovenia ha sido escogida por estos días como una de las excusas de Chávez para justificar su candidatura a la perpetuidad. También allí existe la reelección presidencial continua, ha dicho. Como en Alemania, Francia, Italia, Portugal, Letonia, Grecia.
Es decir, argumenta el demagogo, si en todos esos países de la culta y vieja Europa un Presidente puede presentarse otra vez, y otra, para un nuevo período, es porque ese método es bueno, es acertado, y entonces no hay razón alguna para criticarlo a él si lo aplica aquí, cuando él es el Presidente. En diez países europeos, precisó, la reelección es ilimitada. Aparte, en esos mundos plenos de logros y avances tecnológicos impresionantes, hay seis monarquías hereditarias.
Dicho así, en blanco y negro, suena coherente. Embauca, marea a no pocos, y esa es precisamente la idea. Pero la mentira, ya se sabe, tiene alas cortas. Veamos.
Apenas unas horas después de ese luminoso hallazgo, Chávez accedió, en su espacio Aló, Presidente, a ser interrogado por los periodistas. Por supuesto, a los venezolanos se les aplicó aquel ácido del derecho de admisión. Sólo pudieron entrar al salón los corresponsales extranjeros. Otra noble costumbre europea, seguramente.
Entonces un reportero le aclaró, en un penoso español, que en las naciones que él cita existe un régimen parlamentario. Hay un parlamento fuerte, que no está pintado en la pared. Eso bastó. Chávez, no acostumbrado a esos menesteres de que lo contradigan, estalló en ira y dijo que Europa era "la reina del cinismo", sin aclarar por qué pretende, entonces, imitar sus libertinos vicios electorales, en lugar de evitarlos.
Lo que le pasó al presidente eslavo, Drnovsek, tras asistir a la toma de posesión de Evo Morales, puede graficarnos con cierta gracia la inmensa diferencia que existe entre ser Presidente de un país europeo, o mandamás de la naciente capital del socialismo del siglo XXI. (Reto al lector a que concluya esta anécdota sin esbozar una irritada sonrisa).
Con un ingreso per cápita superior al de Portugal y Grecia, Eslovenia posee importantes reservas de petróleo, carbón y zinc. 20 por ciento de las medicinas genéricas que circulan por el mundo se producen en las muy activas droguerías del país que preside, desde 2003, el señor Drnovsek. También, desde esa república de la Europa Central, exportan automóviles, aparatos ópticos, equipos deportivos.
No valió que Drnovsek se deshiciera explicándole a sus gobernados la importancia de haber viajado a Bolivia. La agencia eslovena de noticias STA repetía sus desesperados boletines, que buscaban hacer frente a las pesadas burlas, por ejemplo, de quienes querían saber si había masticado coca. El Presidente insistía en que debía entenderse que él había asistido a "un acontecimiento histórico". Muchos, agregaba, "conocieron al presidente de Eslovenia, país de cuya existencia antes ni habían oído".
La presión de la opinión pública prevaleció. Drnovsek tuvo que aceptar que a causa de varios viajes imprevistos, como el de Bolivia, había incurrido en gastos innecesarios, que ningún provecho práctico parecían asegurarle a la nación. Por ese motivo el Primer Ministro, que es el Jefe de gobierno, electo por el parlamento, no le autorizó otras giras que tenía pendiente hacer, esta vez a España, y a las Naciones Unidas. No dispondría, en castigo, de más recursos para su ociosa viajadera, durante la cual, seguramente, descuidaba asuntos nacionales de interés.
Y en lugar de desafiar, amenazar con rabiosa intemperancia y denunciar conspiraciones, en abusivas cadenas de radio y televisión, el pobre Drnovsek fue visto una mañana anunciándole al país que se disponía a desplazarse hasta España, por tierra.
Vamos a ver, ¿no tienen razón Evo, y Fidel, y Correa, y Ortega, y Kirchner, a la hora de preferir al buen caballo que ha probado ser Chávez? Mientras el Presidente de Eslovenia seguramente no podrá volver en lo que resta de su período, sólo para la asistencia a las fuerzas armadas bolivianas han salido desde aquí, de Venezuela, 30 millones de dólares, y ¿qué ha pasado? Militares venezolanos, que en estas tierras apenas construyen centrales azucareros transparentes (no por las buenas cuentas que rinden, sino porque nadie los ve), allá con admirable diligencia levantan cuarteles, trazan caminos, reproducen casas dignas, reparan y pintan escuelas, diseñan gasoductos. A Chávez se le ocurrió que industrializaran el gas con fondos de Venezuela. Puede estar tranquilo el hermano Evo porque le comprará toda la producción anual de coca, unas 4.000 toneladas de la hoja, con fines medicinales y para la preparación de infusiones. ¡Qué importa la ruina, ya sentenciada, de nuestros productores de café, en Sanare, pongamos por caso! Adicionalmente Venezuela cubrirá los costos de la instalación de dos plantas de procesamiento de coca, en los valles cordilleranos y en las zonas de los Yungas. La "inversión", Pdvsa mediante, anote Ramírez, ha sido estimada en un millón de dólares. Hasta se ha cuidado el detalle de donarles cuatro millones en moneda americana para dotar de patrullas a los cuerpos policiales. "Estamos dispuestos a ayudar a Bolivia a controlar los asaltos en las carreteras, por medio de unidades cívico-militares", anunció en su programa un Chávez inconmovible ante los saldos rojos rojitos del hampa, cual parte de guerra, cada trágico fin de semana, en su propia patria. Y, otra vez, diga usted, ¿qué ha pasado? Además, ¿qué podría esperarse que ocurra con todo ese oleaje de pestilentes corruptelas en que se ha zambullido la “familia real” de Barinas, con una grosera opulencia que a ninguna contraloría impresiona? ¿Usted ha visto que intente sobrevenir algo por causa de la escalofriante denuncia del padre José Palmar, “chavista, pero honrado”, como él mismo se apresura a aclarar, según la cual los barcos que transportan petróleo venezolano son usados por el narcotráfico?
Ya podrá entenderse, claramente, que no es lo mismo un Presidente reelecto por el CNE venezolano, con la camarada Tibisay Lucena al frente, que un mandatario, con similar opción, en la "cínica Europa".
Una personalidad tan avasalladora como la de Winston Churchill, un gigante político tras la II Guerra de Mundial, aunque volvió a ser electo Primer Ministro del Reino Unido en 1951, perdió las elecciones de 1945 precisamente porque los británicos estimaban que había desatendido sus demandas de mejoras sociales.
En Grecia el Primer Ministro tambalea en estos instantes por el escándalo de los incendios forestales. En Francia, nada menos que el otro argumento de Chávez para sus planes de perpetuidad, el Consejo Constitucional, encargado de verificar la constitucionalidad de cada una de las leyes, y entre cuyos miembros no pueden figurar fichas destacadas de los partidos políticos, es un órgano con facultad plena para anular total o parcialmente los resultados de un referendo. Ese Consejo, por ejemplo, acaba de desautorizar la petición gubernamental de colocar una pulsera electrónica a todos quienes hayan sido condenados a más de cinco años de cárcel por crímenes sexuales, y ahora estén libres. Se calcula que pudieran llegar a un total de 600 ex presidiarios en esas condiciones.
"El respeto de la Constitución no es un riesgo, sino un deber", ha planteado Pierre Mazeaud, el presidente del Consejo Constitucional, sin ser llamado "plasta" por eso.
Si de copiar se trata, ¿por qué no calcar aquí, al menos algunos de los rasgos de Francia, el Mejor País del Mundo para Vivir, según la revista Living, 2007, por su alta calidad de vida, su infraestructura, su tecnología y su estable economía? ¿Por qué no tomar nota de un sistema electoral que garantiza una segunda vuelta, en caso de una ventaja precaria en la primera? ¿Por qué no reproducir las condiciones que impone la ley gala para aspirar a la Presidencia?: poseer la nacionalidad francesa, haber cumplido los 23 años de edad, ser presentado por, al menos 500 ciudadanos, y ostentar "dignidad moral".
Francia es lo que es, aún cuando su Constitución actual, la de la Quinta República, data de 1958, aprobada vía referendo por el 80% de los votantes. Y en Alemania, otro de los países que Chávez tomó prestado para justificar su ambición de poder eterno, el sistema electoral está diseñado de tal forma que vuelve prácticamente imposible un gobierno monocolor. La norma impone la alianza de los partidos, fuerzas que se aseguran una posición clave, y determinante, en el aparato electoral. Nada de normas sorpresa a última hora. Nada de registros electorales misteriosos. ¿Cómo es posible que en Venezuela a estas alturas no se sepa cuántos votos sacaron, como suelen recitar, los mudos diputados y las mudas diputadas que, con sus recientes excepciones, levantan manos y a todo dicen amén, en la Asamblea Nacional? Perdone usted, pero ¿puede un diputado como el mayor Francisco Ameliach, sentirse representante de alguien, o de algo, luego de muestra tan lastimera de degradación, después de autoflagelarse frente a todos, incluyendo a su familia, a los pies del caudillo, y, lo que es peor, exhibiendo así un desprecio tan cruel por sí mismo y por la “institución” que integra?
Por todo esto, la reforma constitucional está montada sobre bases inmorales. El mandamás sabe que la única forma de endulzar el veneno de su ambición, era lanzando anzuelos como el de rebajar la jornada laboral. En casi todos los países que han ensayado esta fórmula la han tenido que revisar. La tendencia de la gente es a buscar un segundo trabajo, éste último casi siempre sin seguridad social, y todos acaban más ocupados y pobres que antes. ¿Qué hacer, entonces? Todo menos facilitar la infamia, adelantando atajos, trochas dudosas, como la de centrar la discusión en el abominable trapo rojo de si la democracia ha de ser acuchillada en bloque o por partes. Los estudiantes prometen sacudirnos de esta cobardona modorra. El doctor Hermann Escarrá, en nombre del Comando de la Resistencia, está llamando a "no cohonestar con un Golpe de Estado orgánico a la Constitución" e "impedir, con redes de protesta, la desaparición de la República".
Fujimori como espejo
Todo indica que no es hacia Eslovenia, Alemania, Francia, Italia o Portugal, donde debe apuntar Chávez. Su proyecto, desde un principio, si algún parangón tiene, es con el de Alberto Fujimori, en Perú.
Joaquim Ibarz describe que ambos, Chávez y Fujimori, "hacen redactar y aprobar constituciones que facilitan gobernar en forma autoritaria con apoyo militar. Uno tiene origen golpista y el otro dio un autogolpe; los dos acabaron con los partidos políticos tradicionales y sometieron a todas las instituciones del Estado, en especial al poder judicial, que pusieron a su servicio. Aunque prometieron acabar con la corrupción, ésta se institucionalizó al no existir ningún control. Si Fujimori estableció el régimen más corrupto en la historia del Perú, el propio Chávez dijo en la Asamblea Nacional: 'Estoy de la corrupción hasta la coronilla'".
"Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento"
Nelson Mandela, Ushuaia, 1998
El aimara de cabellera lacia y nariz aguileña que juraba ante el Congreso de La Paz era, en una nación poblada por un considerable 62 por ciento de indígenas, el primer representante de etnias largamente desheredadas, que llegaba a la Presidencia, en toda su historia, y ese detallazo sin duda le imprimía una solemne curiosidad casi mítica, y un fabuloso simbolismo de floración cultural, a la ceremonia.
"Jamás nos reconocieron como seres humanos siendo dueños absolutos de esta noble tierra", no dejaría de quejarse con explicable amargura el campesino cocalero, investido de mando en ese acto, y quien, sin embargo, como para matizar dramatismos, advertía que "tampoco estamos para seguir llorando, durante otros 500 años", en directa alusión a la colonización española.
A Evo lo oían, con indeterminada atención, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil; Néstor Kirchner, de Argentina; Ricardo Lagos, de Chile; Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias; Hugo Chávez, de Venezuela. Fidel Castro ya no estaba presentable y no acudió. La lista podía seguir, pongamos por caso, con el presidente de Eslovenia, Janez Drnovsek.
Ocurre que la boscosa Eslovenia ha sido escogida por estos días como una de las excusas de Chávez para justificar su candidatura a la perpetuidad. También allí existe la reelección presidencial continua, ha dicho. Como en Alemania, Francia, Italia, Portugal, Letonia, Grecia.
Es decir, argumenta el demagogo, si en todos esos países de la culta y vieja Europa un Presidente puede presentarse otra vez, y otra, para un nuevo período, es porque ese método es bueno, es acertado, y entonces no hay razón alguna para criticarlo a él si lo aplica aquí, cuando él es el Presidente. En diez países europeos, precisó, la reelección es ilimitada. Aparte, en esos mundos plenos de logros y avances tecnológicos impresionantes, hay seis monarquías hereditarias.
Dicho así, en blanco y negro, suena coherente. Embauca, marea a no pocos, y esa es precisamente la idea. Pero la mentira, ya se sabe, tiene alas cortas. Veamos.
Apenas unas horas después de ese luminoso hallazgo, Chávez accedió, en su espacio Aló, Presidente, a ser interrogado por los periodistas. Por supuesto, a los venezolanos se les aplicó aquel ácido del derecho de admisión. Sólo pudieron entrar al salón los corresponsales extranjeros. Otra noble costumbre europea, seguramente.
Entonces un reportero le aclaró, en un penoso español, que en las naciones que él cita existe un régimen parlamentario. Hay un parlamento fuerte, que no está pintado en la pared. Eso bastó. Chávez, no acostumbrado a esos menesteres de que lo contradigan, estalló en ira y dijo que Europa era "la reina del cinismo", sin aclarar por qué pretende, entonces, imitar sus libertinos vicios electorales, en lugar de evitarlos.
Lo que le pasó al presidente eslavo, Drnovsek, tras asistir a la toma de posesión de Evo Morales, puede graficarnos con cierta gracia la inmensa diferencia que existe entre ser Presidente de un país europeo, o mandamás de la naciente capital del socialismo del siglo XXI. (Reto al lector a que concluya esta anécdota sin esbozar una irritada sonrisa).
Con un ingreso per cápita superior al de Portugal y Grecia, Eslovenia posee importantes reservas de petróleo, carbón y zinc. 20 por ciento de las medicinas genéricas que circulan por el mundo se producen en las muy activas droguerías del país que preside, desde 2003, el señor Drnovsek. También, desde esa república de la Europa Central, exportan automóviles, aparatos ópticos, equipos deportivos.
No valió que Drnovsek se deshiciera explicándole a sus gobernados la importancia de haber viajado a Bolivia. La agencia eslovena de noticias STA repetía sus desesperados boletines, que buscaban hacer frente a las pesadas burlas, por ejemplo, de quienes querían saber si había masticado coca. El Presidente insistía en que debía entenderse que él había asistido a "un acontecimiento histórico". Muchos, agregaba, "conocieron al presidente de Eslovenia, país de cuya existencia antes ni habían oído".
La presión de la opinión pública prevaleció. Drnovsek tuvo que aceptar que a causa de varios viajes imprevistos, como el de Bolivia, había incurrido en gastos innecesarios, que ningún provecho práctico parecían asegurarle a la nación. Por ese motivo el Primer Ministro, que es el Jefe de gobierno, electo por el parlamento, no le autorizó otras giras que tenía pendiente hacer, esta vez a España, y a las Naciones Unidas. No dispondría, en castigo, de más recursos para su ociosa viajadera, durante la cual, seguramente, descuidaba asuntos nacionales de interés.
Y en lugar de desafiar, amenazar con rabiosa intemperancia y denunciar conspiraciones, en abusivas cadenas de radio y televisión, el pobre Drnovsek fue visto una mañana anunciándole al país que se disponía a desplazarse hasta España, por tierra.
Vamos a ver, ¿no tienen razón Evo, y Fidel, y Correa, y Ortega, y Kirchner, a la hora de preferir al buen caballo que ha probado ser Chávez? Mientras el Presidente de Eslovenia seguramente no podrá volver en lo que resta de su período, sólo para la asistencia a las fuerzas armadas bolivianas han salido desde aquí, de Venezuela, 30 millones de dólares, y ¿qué ha pasado? Militares venezolanos, que en estas tierras apenas construyen centrales azucareros transparentes (no por las buenas cuentas que rinden, sino porque nadie los ve), allá con admirable diligencia levantan cuarteles, trazan caminos, reproducen casas dignas, reparan y pintan escuelas, diseñan gasoductos. A Chávez se le ocurrió que industrializaran el gas con fondos de Venezuela. Puede estar tranquilo el hermano Evo porque le comprará toda la producción anual de coca, unas 4.000 toneladas de la hoja, con fines medicinales y para la preparación de infusiones. ¡Qué importa la ruina, ya sentenciada, de nuestros productores de café, en Sanare, pongamos por caso! Adicionalmente Venezuela cubrirá los costos de la instalación de dos plantas de procesamiento de coca, en los valles cordilleranos y en las zonas de los Yungas. La "inversión", Pdvsa mediante, anote Ramírez, ha sido estimada en un millón de dólares. Hasta se ha cuidado el detalle de donarles cuatro millones en moneda americana para dotar de patrullas a los cuerpos policiales. "Estamos dispuestos a ayudar a Bolivia a controlar los asaltos en las carreteras, por medio de unidades cívico-militares", anunció en su programa un Chávez inconmovible ante los saldos rojos rojitos del hampa, cual parte de guerra, cada trágico fin de semana, en su propia patria. Y, otra vez, diga usted, ¿qué ha pasado? Además, ¿qué podría esperarse que ocurra con todo ese oleaje de pestilentes corruptelas en que se ha zambullido la “familia real” de Barinas, con una grosera opulencia que a ninguna contraloría impresiona? ¿Usted ha visto que intente sobrevenir algo por causa de la escalofriante denuncia del padre José Palmar, “chavista, pero honrado”, como él mismo se apresura a aclarar, según la cual los barcos que transportan petróleo venezolano son usados por el narcotráfico?
Ya podrá entenderse, claramente, que no es lo mismo un Presidente reelecto por el CNE venezolano, con la camarada Tibisay Lucena al frente, que un mandatario, con similar opción, en la "cínica Europa".
Una personalidad tan avasalladora como la de Winston Churchill, un gigante político tras la II Guerra de Mundial, aunque volvió a ser electo Primer Ministro del Reino Unido en 1951, perdió las elecciones de 1945 precisamente porque los británicos estimaban que había desatendido sus demandas de mejoras sociales.
En Grecia el Primer Ministro tambalea en estos instantes por el escándalo de los incendios forestales. En Francia, nada menos que el otro argumento de Chávez para sus planes de perpetuidad, el Consejo Constitucional, encargado de verificar la constitucionalidad de cada una de las leyes, y entre cuyos miembros no pueden figurar fichas destacadas de los partidos políticos, es un órgano con facultad plena para anular total o parcialmente los resultados de un referendo. Ese Consejo, por ejemplo, acaba de desautorizar la petición gubernamental de colocar una pulsera electrónica a todos quienes hayan sido condenados a más de cinco años de cárcel por crímenes sexuales, y ahora estén libres. Se calcula que pudieran llegar a un total de 600 ex presidiarios en esas condiciones.
"El respeto de la Constitución no es un riesgo, sino un deber", ha planteado Pierre Mazeaud, el presidente del Consejo Constitucional, sin ser llamado "plasta" por eso.
Si de copiar se trata, ¿por qué no calcar aquí, al menos algunos de los rasgos de Francia, el Mejor País del Mundo para Vivir, según la revista Living, 2007, por su alta calidad de vida, su infraestructura, su tecnología y su estable economía? ¿Por qué no tomar nota de un sistema electoral que garantiza una segunda vuelta, en caso de una ventaja precaria en la primera? ¿Por qué no reproducir las condiciones que impone la ley gala para aspirar a la Presidencia?: poseer la nacionalidad francesa, haber cumplido los 23 años de edad, ser presentado por, al menos 500 ciudadanos, y ostentar "dignidad moral".
Francia es lo que es, aún cuando su Constitución actual, la de la Quinta República, data de 1958, aprobada vía referendo por el 80% de los votantes. Y en Alemania, otro de los países que Chávez tomó prestado para justificar su ambición de poder eterno, el sistema electoral está diseñado de tal forma que vuelve prácticamente imposible un gobierno monocolor. La norma impone la alianza de los partidos, fuerzas que se aseguran una posición clave, y determinante, en el aparato electoral. Nada de normas sorpresa a última hora. Nada de registros electorales misteriosos. ¿Cómo es posible que en Venezuela a estas alturas no se sepa cuántos votos sacaron, como suelen recitar, los mudos diputados y las mudas diputadas que, con sus recientes excepciones, levantan manos y a todo dicen amén, en la Asamblea Nacional? Perdone usted, pero ¿puede un diputado como el mayor Francisco Ameliach, sentirse representante de alguien, o de algo, luego de muestra tan lastimera de degradación, después de autoflagelarse frente a todos, incluyendo a su familia, a los pies del caudillo, y, lo que es peor, exhibiendo así un desprecio tan cruel por sí mismo y por la “institución” que integra?
Por todo esto, la reforma constitucional está montada sobre bases inmorales. El mandamás sabe que la única forma de endulzar el veneno de su ambición, era lanzando anzuelos como el de rebajar la jornada laboral. En casi todos los países que han ensayado esta fórmula la han tenido que revisar. La tendencia de la gente es a buscar un segundo trabajo, éste último casi siempre sin seguridad social, y todos acaban más ocupados y pobres que antes. ¿Qué hacer, entonces? Todo menos facilitar la infamia, adelantando atajos, trochas dudosas, como la de centrar la discusión en el abominable trapo rojo de si la democracia ha de ser acuchillada en bloque o por partes. Los estudiantes prometen sacudirnos de esta cobardona modorra. El doctor Hermann Escarrá, en nombre del Comando de la Resistencia, está llamando a "no cohonestar con un Golpe de Estado orgánico a la Constitución" e "impedir, con redes de protesta, la desaparición de la República".
Fujimori como espejo
Todo indica que no es hacia Eslovenia, Alemania, Francia, Italia o Portugal, donde debe apuntar Chávez. Su proyecto, desde un principio, si algún parangón tiene, es con el de Alberto Fujimori, en Perú.
Joaquim Ibarz describe que ambos, Chávez y Fujimori, "hacen redactar y aprobar constituciones que facilitan gobernar en forma autoritaria con apoyo militar. Uno tiene origen golpista y el otro dio un autogolpe; los dos acabaron con los partidos políticos tradicionales y sometieron a todas las instituciones del Estado, en especial al poder judicial, que pusieron a su servicio. Aunque prometieron acabar con la corrupción, ésta se institucionalizó al no existir ningún control. Si Fujimori estableció el régimen más corrupto en la historia del Perú, el propio Chávez dijo en la Asamblea Nacional: 'Estoy de la corrupción hasta la coronilla'".
"Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento"
Nelson Mandela, Ushuaia, 1998
lunes, 3 de septiembre de 2007
Larense, ¿estás ahí?
A la memoria de la doctora Mirla Quiñones y al Comité de Víctimas, dedico
Trataba, anoche, de recordar cuándo fue la última oportunidad en que los larenses reaccionaron ante una indeseada decisión oficial.
No se trata, aclaro de una vez, del rechazo que algún grupo produce, aisladamente, frente a una medida que considera lesiva, inconveniente.
Me refiero a una voz que se vuelve denso coro, a un malestar capaz de ser declarado, y gritado, hasta cobrar forma de agitación y hacer retroceder al poder. ¿Cuándo fue esa última vez que pudo registrarse la reprobación resuelta, en causa común abrazada por los más diversos sectores sociales?: pobres, clase media, ricos, jóvenes, viejos, hombres, mujeres. Escuálidos, rojitos. En Barquisimeto, Cabudare, Carora, Quíbor, El Tocuyo.
La respuesta, inequívoca, me llegó con el asombro que acompaña a un asalto, causándome además una gran desolación.
Fue cuando el gobernador anunció su propósito de firmar un decreto que prohibía el papel ahumado en los carros.
A ningún partido se le ocurrió reclamar esa bandera. Nadie asomó siquiera la posibilidad de convocar a una marcha hasta la gobernación o la defensoría del pueblo. Habían desaparecido ya, en absoluto silencio, los puestos dedicados a la instalación del apetecido plástico que, a precios de atraco, devuelve privacidad, y algo de seguridad, a quienes se desplazan por calles por donde no se puede decir que se transita, sino que se sale ileso. Usted va al centro de la ciudad alguna noche y, con suerte, al regresar a casa en lugar del caduco “ya llegué”, como se decía en tiempos de la cuarta república, puede informar con la solemnidad del caso a los suyos: salí ileso.
Pues bien, alguna mañana los vehículos, igual los nuevos como los que andan porque ven a los demás, comenzaron a exhibir en sus vidrios traseros la leyenda unánime: “NO a la prohibición del papel ahumado”. “¡Reacciona!”. “Dile NO al abuso. Papel o insurrección popular”. Algún chistoso, que nunca falta aún en medio de tragedias tan desconcertantes como esta, agregaría lapidario en su cuidado Volkswagen, para seguir la corriente de otras consignas: “Papel ahumado somos todos”.
El decreto fue engavetado. El Consejo Legislativo, que lo aguardaba con el compromiso de abrir un intenso debate en su línea de parlamentarismo de calle, lamentó no recibir la pieza inspiradora del estropeado tumulto. La Fiscalía preparaba su infaltable promesa de llegar hasta el mismísimo acto conclusivo. (Es decir, hasta el mismo punto de claridad y justicia que ha arrojado sobre los crímenes de Danilo Anderson y el padre Jorge Piñango). La autoridad, humillada, no soportó la incontrolada embestida de semejante indignación ciudadana. ¿Ustedes se imaginan la quijotesca escena de toda una población, fúrica, puesta de pie, en la valiente defensa de su innegociable derecho a ocultarse tras el papel ahumado de sus autos?
No es chiste. Enseriémonos. Ocurre que en el mes de agosto en Lara fallecieron 34 personas en forma violenta. Nos damos el vergonzoso lujo de poseer la cárcel con mayor criminalidad no del país, sino de Latinoamérica. Se acaba de registrar, en este estado, la primera muerte de un humano por rabia, en más de 25 años. Somos ahora mismo líderes en dengue hemorrágico, con 712 casos registrados. Se han vuelto nefasta rutina los accidentes de tránsito en los que se ven involucrados autobuses, verdaderas guillotinas colectivas. Y, diga usted, ¿qué autoridad se ha dado por enterada? El Teatro Juares, la principal sala de espectáculos culturales de la urbe, lleva más de cinco años cerrado, exhibiendo, eso sí, en su marmórea fachada tantas veces alterada, un inmenso cartel rojo con los rostros de quienes dicen gobernar. ¿No les parece un brutal contrasentido hacerle propaganda a la desidia, a la falta absoluta de identificación con la ciudad y sus valores? ¿Poner los colores de la revolución y los rostros de sus próceres, precisamente donde no hay sino ausencia total de una obra digna? La avenida 20 acusa los devastadores efectos de un bombardeo político y real: la ya inocultable rivalidad entre el gobernador y el alcalde, tan cerca y tan lejos a la vez. Una hostilidad que, como reza el slogan, “se siente”. Los trabajos del nuevo terminal de pasajeros, Simón Bolívar lo bautizaron, pareciera haber perdido con estrépito la misma batalla. El tramo ferroviario Barquisimeto-Puerto Cabello, que se le dio hace varios meses en contrato a una empresa china, ahora ha sido traspasado, con el retraso consiguiente, a otra empresa, casualmente cubana. Lara, según se ha anunciado oficialmente, ha sido escogida como modelo en el adoctrinamiento de los niños, con todo y su siniestro biberón. El Valle del Turbio afronta una severa amenaza. Aparte de la tala indiscriminada y las aguas negras que allí caen, ese pulmón está siendo convertido en nuestras narices, a esta misma hora, en un descomunal vertedero de escombros. ¿La Unexpo lleva cuánto tiempo tomada por una bien pertrechada camarilla afecta al oficialismo? La Juventud Revolucionaria en Marcha acaba de echar a punta de pistola a un grupo de maestras de la escuela de artes y oficios Bolivia Tovar. ¿A qué instancia pudieran acudir estas ciudadanas, y ser escuchadas al menos? Se cae por sí solo el peregrino argumento de que se trata de “espacios ociosos”, ¡en época de vacaciones! Como si usted notara mucha actividad en las oficinas públicas a lo largo del año, ahora cuando todavía se laboran ocho horas diarias.
Ninguno de esos casos, diversos y turbadores, ha motivado siquiera una leve pinta en alguna distraída acera de Barquisimeto. Ningún graffiti hace referencia a esas desgracias cotidianas, que, por puro pudor, debieran paralizarnos. Salga y fíjese usted que sólo están pintadas las frases que proclaman: “con Chávez todo, sin Chávez plomo”. Las noticias divulgadas por los medios de comunicación social se estrellan, día a día, ¡y qué decir de un fin de semana!, contra los gruesos muros de una indiferencia irritante, umbría, melancólica. Intolerable, asfixiante. ¿Qué es lo que nos pasa? ¿Qué nos ha desmembrado como cuerpo social? Todos, sin distingos, hemos pasado por encima de esas amargas realidades, sustrayéndonos, esquivándolas, como hacemos cuando en la calle al caminar advertimos con maquinal repulsa el excremento de algún perro. Más importante era conservar, aquella vez, el papel ahumado en los vehículos. Es triste anotarlo, eso sí fue capaz de enardecernos, ameritó asumir la colectiva molestia de rayar los vidrios de los carros. ¿Por qué, entonces, adoptamos esta cobarde rigidez de estatuas y guardamos cómplice silencio, por ejemplo, frente a esa tribulación que llevó a la muerte, hace poco, a la ex jueza del municipio Jiménez, Mirla Quiñones?
Debió sufrir la monstruosidad del crimen, en la avenida Libertador, de su hijo Jacobo, un muchacho de 15 años que se desempeñaba como guardabosques, lo cual por sí solo dice mucho de su virtuosa formación, de sus aficiones, de su temprana sensibilidad. Ella acusó a funcionarios policiales y pudo probar que muchas de las evidencias del proceso habían sido adulteradas, para ocultar los claros rastros de una muerte a sangre fría. Intercambio de disparos, alegaron los funcionarios. Había sido una vulgar ejecución, repitió la madre hasta perder la voz, y el aliento, y de un solo golpe toda esperanza en que saldría a relucir la verdad, en el curso de una investigación tachonada de un sin fin de torceduras y depravaciones. Antes, ya a ella la habían extrañado del Poder Judicial. Luego una ensoberbecida prefecta quiso mostrar a los suyos el trofeo no sólo de su detención, a todas luces arbitraria, sino también los golpes y moretones que le fueran infligidos, junto a no pocos insultos, antes de lanzarla a las fauces transgresoras de una patrulla, como si se tratara de una peligrosa delincuente con riesgo inminente de evasión. ¿Su falta? Defender, como abogada que era, a unas humildes familias que habían invadido un terreno y deseaban formar una cooperativa. ¿Y desde cuando eso es delito, bajo estos tiempos de revolución? Ah, pero cuando la Juventud Revolucionaria en Marcha toma a la fuerza la escuela de artes y oficios, el gobernador abre la boca para decir: “Todo debe compartirse”.
La frágil humanidad de la doctora Quiñones no estaba hecha para soportar semejante sarta de salvajadas. Un accidente cerebrovascular (ACV) le sobrevino, a sus 45 años, cuando eran las 8:30 de la mañana de un domingo, unos días después de su ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central Antonio María Pineda. Así le procuró la Providencia el descanso, el alivio que en vida no volvería a tener jamás.
Un hermano suyo, de nombre Miguel Ángel Quiñones, dio cuenta en declaraciones al periodista Reinaldo Gómez de cómo hasta lo último la adversidad le pisaba los talones. La doctora, que residía en el sector Sabana Grande, en la vía que conduce a Duaca, sintió unos fuertes dolores de cabeza y alta presión arterial, por lo que acudió a la medicatura de Tamaca. Allí, según el relato del hombre, “los médicos cubanos lo que hicieron fue prescribirle algunos analgésicos. No tuvieron ni siquiera la precaución de mandarle a hacer ni el más mínimo examen”.
¿Conservaremos esta rigidez de estatuas frente a la intención, ya oficializada, de arrasar con los vestigios de democracia, vale decir, de libertad, que aún están en pie?
Larense, ¿estás ahí? ¿Sientes algo? Ponte las manos en las sienes. ¿Percibes ese viscoso borbollón que es lenguaje de la sangre? ¿Nada tienes que decir? ¿Crees, en verdad, que ser pacíficos es sinónimo de sumisos? No se trata, de ningún modo, de asumir la violencia, sino, como exponía Gandhi con desgarro de moralidad, “no cooperar con el mal”.
Está en marcha una reforma constitucional con absoluto desprecio de la opinión de los venezolanos. En tres meses deberá ser aprobada, con la señal de costumbre, en este caso la de la obediencia ciega. Rápido, y sin quitarle una coma, ordenó quien se coloca, en la historia venezolana, del lado de los únicos tres gobernantes que han manipulado la Constitución con ese mismo propósito de perpetuidad: José Tadeo Monagas, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. ¡Qué compañía, qué elenco! Fidel Castro, quien en nombre de todos los cubanos escogió a su hermano Raúl para sucederle, ya traslúcido, apestoso a los azufres memoriales, trocado como le tocaba hace rato en tardío fantasma, supo, mucho antes que nosotros, de cada uno de los 33 artículos que nos cambiarán a nuestro país, a su sistema político, a la división de su territorio, porque, entre los embelesos y suspiros de un peregrinar constante a su lecho de muerte, su pupilo supo tomar esmerada nota de los enunciados, acompañando cada apunte desvelado con la babosa exclamación de que “Fidel nunca morirá”. ¿Qué clase de soberanía es ésta, que nos han traído como un enlatado prehistórico?
Detrás del inmoral caramelito de rebajar a seis horas la jornada laboral (¿harán una fiesta por eso tantos desempleados, los millones de informales, todos los que no dependen de un patrón?), está la propuesta usurpadora de implantar el socialismo, la impúdica ambición de alargar el período presidencial a siete años, como en ningún otro país de Latinoamérica, y aprobar la reelección continua (automática, blindada, previsible, a los ojos del CNE de Tibisay Lucena, ahora, y de Jorge Rodríguez, antes). Sólo el amo saldrá ganando. En un país arruinado, moral y económicamente, porque ningún chorro petrolero podrá cubrir tal despilfarro, será el rey con potestad para decretar regiones militares a su antojo, y colocar, ahora sí legalmente, sin que ninguna institución haga contrapeso, todos los poderes bajo su bota. ¡Todos!
En cambio nosotros no seremos dueños ni de nuestras casas. Vaya usted a saber cómo quedan los términos de la propiedad en una “economía socialista”. El artículo 115 de la reforma elimina lo establecido en la Constitución de 1999, en cuanto al “goce, disfrute y disposición de los bienes”. Todo podrá ser expropiado, desconocido, redistribuido. El artículo 113 borra la garantía, que ahora nos ampara, de “libertad de trabajo, empresa, comercio e industria”. También se tacha la obligación que reconoce actualmente el Estado, aunque no lo cumple, de promover la iniciativa privada y garantizar la justa distribución de la riqueza.
Pero lo más grave es que esa confiscación toca también nuestras conciencias. Una noche nos acostaremos en democracia, y cuando despertemos habremos vendido el alma.
Larense, ¿estás ahí?
Trataba, anoche, de recordar cuándo fue la última oportunidad en que los larenses reaccionaron ante una indeseada decisión oficial.
No se trata, aclaro de una vez, del rechazo que algún grupo produce, aisladamente, frente a una medida que considera lesiva, inconveniente.
Me refiero a una voz que se vuelve denso coro, a un malestar capaz de ser declarado, y gritado, hasta cobrar forma de agitación y hacer retroceder al poder. ¿Cuándo fue esa última vez que pudo registrarse la reprobación resuelta, en causa común abrazada por los más diversos sectores sociales?: pobres, clase media, ricos, jóvenes, viejos, hombres, mujeres. Escuálidos, rojitos. En Barquisimeto, Cabudare, Carora, Quíbor, El Tocuyo.
La respuesta, inequívoca, me llegó con el asombro que acompaña a un asalto, causándome además una gran desolación.
Fue cuando el gobernador anunció su propósito de firmar un decreto que prohibía el papel ahumado en los carros.
A ningún partido se le ocurrió reclamar esa bandera. Nadie asomó siquiera la posibilidad de convocar a una marcha hasta la gobernación o la defensoría del pueblo. Habían desaparecido ya, en absoluto silencio, los puestos dedicados a la instalación del apetecido plástico que, a precios de atraco, devuelve privacidad, y algo de seguridad, a quienes se desplazan por calles por donde no se puede decir que se transita, sino que se sale ileso. Usted va al centro de la ciudad alguna noche y, con suerte, al regresar a casa en lugar del caduco “ya llegué”, como se decía en tiempos de la cuarta república, puede informar con la solemnidad del caso a los suyos: salí ileso.
Pues bien, alguna mañana los vehículos, igual los nuevos como los que andan porque ven a los demás, comenzaron a exhibir en sus vidrios traseros la leyenda unánime: “NO a la prohibición del papel ahumado”. “¡Reacciona!”. “Dile NO al abuso. Papel o insurrección popular”. Algún chistoso, que nunca falta aún en medio de tragedias tan desconcertantes como esta, agregaría lapidario en su cuidado Volkswagen, para seguir la corriente de otras consignas: “Papel ahumado somos todos”.
El decreto fue engavetado. El Consejo Legislativo, que lo aguardaba con el compromiso de abrir un intenso debate en su línea de parlamentarismo de calle, lamentó no recibir la pieza inspiradora del estropeado tumulto. La Fiscalía preparaba su infaltable promesa de llegar hasta el mismísimo acto conclusivo. (Es decir, hasta el mismo punto de claridad y justicia que ha arrojado sobre los crímenes de Danilo Anderson y el padre Jorge Piñango). La autoridad, humillada, no soportó la incontrolada embestida de semejante indignación ciudadana. ¿Ustedes se imaginan la quijotesca escena de toda una población, fúrica, puesta de pie, en la valiente defensa de su innegociable derecho a ocultarse tras el papel ahumado de sus autos?
No es chiste. Enseriémonos. Ocurre que en el mes de agosto en Lara fallecieron 34 personas en forma violenta. Nos damos el vergonzoso lujo de poseer la cárcel con mayor criminalidad no del país, sino de Latinoamérica. Se acaba de registrar, en este estado, la primera muerte de un humano por rabia, en más de 25 años. Somos ahora mismo líderes en dengue hemorrágico, con 712 casos registrados. Se han vuelto nefasta rutina los accidentes de tránsito en los que se ven involucrados autobuses, verdaderas guillotinas colectivas. Y, diga usted, ¿qué autoridad se ha dado por enterada? El Teatro Juares, la principal sala de espectáculos culturales de la urbe, lleva más de cinco años cerrado, exhibiendo, eso sí, en su marmórea fachada tantas veces alterada, un inmenso cartel rojo con los rostros de quienes dicen gobernar. ¿No les parece un brutal contrasentido hacerle propaganda a la desidia, a la falta absoluta de identificación con la ciudad y sus valores? ¿Poner los colores de la revolución y los rostros de sus próceres, precisamente donde no hay sino ausencia total de una obra digna? La avenida 20 acusa los devastadores efectos de un bombardeo político y real: la ya inocultable rivalidad entre el gobernador y el alcalde, tan cerca y tan lejos a la vez. Una hostilidad que, como reza el slogan, “se siente”. Los trabajos del nuevo terminal de pasajeros, Simón Bolívar lo bautizaron, pareciera haber perdido con estrépito la misma batalla. El tramo ferroviario Barquisimeto-Puerto Cabello, que se le dio hace varios meses en contrato a una empresa china, ahora ha sido traspasado, con el retraso consiguiente, a otra empresa, casualmente cubana. Lara, según se ha anunciado oficialmente, ha sido escogida como modelo en el adoctrinamiento de los niños, con todo y su siniestro biberón. El Valle del Turbio afronta una severa amenaza. Aparte de la tala indiscriminada y las aguas negras que allí caen, ese pulmón está siendo convertido en nuestras narices, a esta misma hora, en un descomunal vertedero de escombros. ¿La Unexpo lleva cuánto tiempo tomada por una bien pertrechada camarilla afecta al oficialismo? La Juventud Revolucionaria en Marcha acaba de echar a punta de pistola a un grupo de maestras de la escuela de artes y oficios Bolivia Tovar. ¿A qué instancia pudieran acudir estas ciudadanas, y ser escuchadas al menos? Se cae por sí solo el peregrino argumento de que se trata de “espacios ociosos”, ¡en época de vacaciones! Como si usted notara mucha actividad en las oficinas públicas a lo largo del año, ahora cuando todavía se laboran ocho horas diarias.
Ninguno de esos casos, diversos y turbadores, ha motivado siquiera una leve pinta en alguna distraída acera de Barquisimeto. Ningún graffiti hace referencia a esas desgracias cotidianas, que, por puro pudor, debieran paralizarnos. Salga y fíjese usted que sólo están pintadas las frases que proclaman: “con Chávez todo, sin Chávez plomo”. Las noticias divulgadas por los medios de comunicación social se estrellan, día a día, ¡y qué decir de un fin de semana!, contra los gruesos muros de una indiferencia irritante, umbría, melancólica. Intolerable, asfixiante. ¿Qué es lo que nos pasa? ¿Qué nos ha desmembrado como cuerpo social? Todos, sin distingos, hemos pasado por encima de esas amargas realidades, sustrayéndonos, esquivándolas, como hacemos cuando en la calle al caminar advertimos con maquinal repulsa el excremento de algún perro. Más importante era conservar, aquella vez, el papel ahumado en los vehículos. Es triste anotarlo, eso sí fue capaz de enardecernos, ameritó asumir la colectiva molestia de rayar los vidrios de los carros. ¿Por qué, entonces, adoptamos esta cobarde rigidez de estatuas y guardamos cómplice silencio, por ejemplo, frente a esa tribulación que llevó a la muerte, hace poco, a la ex jueza del municipio Jiménez, Mirla Quiñones?
Debió sufrir la monstruosidad del crimen, en la avenida Libertador, de su hijo Jacobo, un muchacho de 15 años que se desempeñaba como guardabosques, lo cual por sí solo dice mucho de su virtuosa formación, de sus aficiones, de su temprana sensibilidad. Ella acusó a funcionarios policiales y pudo probar que muchas de las evidencias del proceso habían sido adulteradas, para ocultar los claros rastros de una muerte a sangre fría. Intercambio de disparos, alegaron los funcionarios. Había sido una vulgar ejecución, repitió la madre hasta perder la voz, y el aliento, y de un solo golpe toda esperanza en que saldría a relucir la verdad, en el curso de una investigación tachonada de un sin fin de torceduras y depravaciones. Antes, ya a ella la habían extrañado del Poder Judicial. Luego una ensoberbecida prefecta quiso mostrar a los suyos el trofeo no sólo de su detención, a todas luces arbitraria, sino también los golpes y moretones que le fueran infligidos, junto a no pocos insultos, antes de lanzarla a las fauces transgresoras de una patrulla, como si se tratara de una peligrosa delincuente con riesgo inminente de evasión. ¿Su falta? Defender, como abogada que era, a unas humildes familias que habían invadido un terreno y deseaban formar una cooperativa. ¿Y desde cuando eso es delito, bajo estos tiempos de revolución? Ah, pero cuando la Juventud Revolucionaria en Marcha toma a la fuerza la escuela de artes y oficios, el gobernador abre la boca para decir: “Todo debe compartirse”.
La frágil humanidad de la doctora Quiñones no estaba hecha para soportar semejante sarta de salvajadas. Un accidente cerebrovascular (ACV) le sobrevino, a sus 45 años, cuando eran las 8:30 de la mañana de un domingo, unos días después de su ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central Antonio María Pineda. Así le procuró la Providencia el descanso, el alivio que en vida no volvería a tener jamás.
Un hermano suyo, de nombre Miguel Ángel Quiñones, dio cuenta en declaraciones al periodista Reinaldo Gómez de cómo hasta lo último la adversidad le pisaba los talones. La doctora, que residía en el sector Sabana Grande, en la vía que conduce a Duaca, sintió unos fuertes dolores de cabeza y alta presión arterial, por lo que acudió a la medicatura de Tamaca. Allí, según el relato del hombre, “los médicos cubanos lo que hicieron fue prescribirle algunos analgésicos. No tuvieron ni siquiera la precaución de mandarle a hacer ni el más mínimo examen”.
¿Conservaremos esta rigidez de estatuas frente a la intención, ya oficializada, de arrasar con los vestigios de democracia, vale decir, de libertad, que aún están en pie?
Larense, ¿estás ahí? ¿Sientes algo? Ponte las manos en las sienes. ¿Percibes ese viscoso borbollón que es lenguaje de la sangre? ¿Nada tienes que decir? ¿Crees, en verdad, que ser pacíficos es sinónimo de sumisos? No se trata, de ningún modo, de asumir la violencia, sino, como exponía Gandhi con desgarro de moralidad, “no cooperar con el mal”.
Está en marcha una reforma constitucional con absoluto desprecio de la opinión de los venezolanos. En tres meses deberá ser aprobada, con la señal de costumbre, en este caso la de la obediencia ciega. Rápido, y sin quitarle una coma, ordenó quien se coloca, en la historia venezolana, del lado de los únicos tres gobernantes que han manipulado la Constitución con ese mismo propósito de perpetuidad: José Tadeo Monagas, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. ¡Qué compañía, qué elenco! Fidel Castro, quien en nombre de todos los cubanos escogió a su hermano Raúl para sucederle, ya traslúcido, apestoso a los azufres memoriales, trocado como le tocaba hace rato en tardío fantasma, supo, mucho antes que nosotros, de cada uno de los 33 artículos que nos cambiarán a nuestro país, a su sistema político, a la división de su territorio, porque, entre los embelesos y suspiros de un peregrinar constante a su lecho de muerte, su pupilo supo tomar esmerada nota de los enunciados, acompañando cada apunte desvelado con la babosa exclamación de que “Fidel nunca morirá”. ¿Qué clase de soberanía es ésta, que nos han traído como un enlatado prehistórico?
Detrás del inmoral caramelito de rebajar a seis horas la jornada laboral (¿harán una fiesta por eso tantos desempleados, los millones de informales, todos los que no dependen de un patrón?), está la propuesta usurpadora de implantar el socialismo, la impúdica ambición de alargar el período presidencial a siete años, como en ningún otro país de Latinoamérica, y aprobar la reelección continua (automática, blindada, previsible, a los ojos del CNE de Tibisay Lucena, ahora, y de Jorge Rodríguez, antes). Sólo el amo saldrá ganando. En un país arruinado, moral y económicamente, porque ningún chorro petrolero podrá cubrir tal despilfarro, será el rey con potestad para decretar regiones militares a su antojo, y colocar, ahora sí legalmente, sin que ninguna institución haga contrapeso, todos los poderes bajo su bota. ¡Todos!
En cambio nosotros no seremos dueños ni de nuestras casas. Vaya usted a saber cómo quedan los términos de la propiedad en una “economía socialista”. El artículo 115 de la reforma elimina lo establecido en la Constitución de 1999, en cuanto al “goce, disfrute y disposición de los bienes”. Todo podrá ser expropiado, desconocido, redistribuido. El artículo 113 borra la garantía, que ahora nos ampara, de “libertad de trabajo, empresa, comercio e industria”. También se tacha la obligación que reconoce actualmente el Estado, aunque no lo cumple, de promover la iniciativa privada y garantizar la justa distribución de la riqueza.
Pero lo más grave es que esa confiscación toca también nuestras conciencias. Una noche nos acostaremos en democracia, y cuando despertemos habremos vendido el alma.
Larense, ¿estás ahí?
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Acerca de mí
- José Ángel Ocanto
- Periodista. Jefe de Redacción del diario El Impulso, de la ciudad de Barquisimeto, Venezuela