domingo, 30 de septiembre de 2007

Reelección continua, ¿como en Europa?

Cuando Evo Morales asumió el poder, en Bolivia, el domingo 22 de enero de 2006, una docena de gobernantes acudió a presenciar aquel acto potencialmente pintoresco.
El aimara de cabellera lacia y nariz aguileña que juraba ante el Congreso de La Paz era, en una nación poblada por un considerable 62 por ciento de indígenas, el primer representante de etnias largamente desheredadas, que llegaba a la Presidencia, en toda su historia, y ese detallazo sin duda le imprimía una solemne curiosidad casi mítica, y un fabuloso simbolismo de floración cultural, a la ceremonia.
"Jamás nos reconocieron como seres humanos siendo dueños absolutos de esta noble tierra", no dejaría de quejarse con explicable amargura el campesino cocalero, investido de mando en ese acto, y quien, sin embargo, como para matizar dramatismos, advertía que "tampoco estamos para seguir llorando, durante otros 500 años", en directa alusión a la colonización española.
A Evo lo oían, con indeterminada atención, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil; Néstor Kirchner, de Argentina; Ricardo Lagos, de Chile; Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias; Hugo Chávez, de Venezuela. Fidel Castro ya no estaba presentable y no acudió. La lista podía seguir, pongamos por caso, con el presidente de Eslovenia, Janez Drnovsek.
Ocurre que la boscosa Eslovenia ha sido escogida por estos días como una de las excusas de Chávez para justificar su candidatura a la perpetuidad. También allí existe la reelección presidencial continua, ha dicho. Como en Alemania, Francia, Italia, Portugal, Letonia, Grecia.
Es decir, argumenta el demagogo, si en todos esos países de la culta y vieja Europa un Presidente puede presentarse otra vez, y otra, para un nuevo período, es porque ese método es bueno, es acertado, y entonces no hay razón alguna para criticarlo a él si lo aplica aquí, cuando él es el Presidente. En diez países europeos, precisó, la reelección es ilimitada. Aparte, en esos mundos plenos de logros y avances tecnológicos impresionantes, hay seis monarquías hereditarias.
Dicho así, en blanco y negro, suena coherente. Embauca, marea a no pocos, y esa es precisamente la idea. Pero la mentira, ya se sabe, tiene alas cortas. Veamos.
Apenas unas horas después de ese luminoso hallazgo, Chávez accedió, en su espacio Aló, Presidente, a ser interrogado por los periodistas. Por supuesto, a los venezolanos se les aplicó aquel ácido del derecho de admisión. Sólo pudieron entrar al salón los corresponsales extranjeros. Otra noble costumbre europea, seguramente.
Entonces un reportero le aclaró, en un penoso español, que en las naciones que él cita existe un régimen parlamentario. Hay un parlamento fuerte, que no está pintado en la pared. Eso bastó. Chávez, no acostumbrado a esos menesteres de que lo contradigan, estalló en ira y dijo que Europa era "la reina del cinismo", sin aclarar por qué pretende, entonces, imitar sus libertinos vicios electorales, en lugar de evitarlos.
Lo que le pasó al presidente eslavo, Drnovsek, tras asistir a la toma de posesión de Evo Morales, puede graficarnos con cierta gracia la inmensa diferencia que existe entre ser Presidente de un país europeo, o mandamás de la naciente capital del socialismo del siglo XXI. (Reto al lector a que concluya esta anécdota sin esbozar una irritada sonrisa).
Con un ingreso per cápita superior al de Portugal y Grecia, Eslovenia posee importantes reservas de petróleo, carbón y zinc. 20 por ciento de las medicinas genéricas que circulan por el mundo se producen en las muy activas droguerías del país que preside, desde 2003, el señor Drnovsek. También, desde esa república de la Europa Central, exportan automóviles, aparatos ópticos, equipos deportivos.
No valió que Drnovsek se deshiciera explicándole a sus gobernados la importancia de haber viajado a Bolivia. La agencia eslovena de noticias STA repetía sus desesperados boletines, que buscaban hacer frente a las pesadas burlas, por ejemplo, de quienes querían saber si había masticado coca. El Presidente insistía en que debía entenderse que él había asistido a "un acontecimiento histórico". Muchos, agregaba, "conocieron al presidente de Eslovenia, país de cuya existencia antes ni habían oído".
La presión de la opinión pública prevaleció. Drnovsek tuvo que aceptar que a causa de varios viajes imprevistos, como el de Bolivia, había incurrido en gastos innecesarios, que ningún provecho práctico parecían asegurarle a la nación. Por ese motivo el Primer Ministro, que es el Jefe de gobierno, electo por el parlamento, no le autorizó otras giras que tenía pendiente hacer, esta vez a España, y a las Naciones Unidas. No dispondría, en castigo, de más recursos para su ociosa viajadera, durante la cual, seguramente, descuidaba asuntos nacionales de interés.
Y en lugar de desafiar, amenazar con rabiosa intemperancia y denunciar conspiraciones, en abusivas cadenas de radio y televisión, el pobre Drnovsek fue visto una mañana anunciándole al país que se disponía a desplazarse hasta España, por tierra.
Vamos a ver, ¿no tienen razón Evo, y Fidel, y Correa, y Ortega, y Kirchner, a la hora de preferir al buen caballo que ha probado ser Chávez? Mientras el Presidente de Eslovenia seguramente no podrá volver en lo que resta de su período, sólo para la asistencia a las fuerzas armadas bolivianas han salido desde aquí, de Venezuela, 30 millones de dólares, y ¿qué ha pasado? Militares venezolanos, que en estas tierras apenas construyen centrales azucareros transparentes (no por las buenas cuentas que rinden, sino porque nadie los ve), allá con admirable diligencia levantan cuarteles, trazan caminos, reproducen casas dignas, reparan y pintan escuelas, diseñan gasoductos. A Chávez se le ocurrió que industrializaran el gas con fondos de Venezuela. Puede estar tranquilo el hermano Evo porque le comprará toda la producción anual de coca, unas 4.000 toneladas de la hoja, con fines medicinales y para la preparación de infusiones. ¡Qué importa la ruina, ya sentenciada, de nuestros productores de café, en Sanare, pongamos por caso! Adicionalmente Venezuela cubrirá los costos de la instalación de dos plantas de procesamiento de coca, en los valles cordilleranos y en las zonas de los Yungas. La "inversión", Pdvsa mediante, anote Ramírez, ha sido estimada en un millón de dólares. Hasta se ha cuidado el detalle de donarles cuatro millones en moneda americana para dotar de patrullas a los cuerpos policiales. "Estamos dispuestos a ayudar a Bolivia a controlar los asaltos en las carreteras, por medio de unidades cívico-militares", anunció en su programa un Chávez inconmovible ante los saldos rojos rojitos del hampa, cual parte de guerra, cada trágico fin de semana, en su propia patria. Y, otra vez, diga usted, ¿qué ha pasado? Además, ¿qué podría esperarse que ocurra con todo ese oleaje de pestilentes corruptelas en que se ha zambullido la “familia real” de Barinas, con una grosera opulencia que a ninguna contraloría impresiona? ¿Usted ha visto que intente sobrevenir algo por causa de la escalofriante denuncia del padre José Palmar, “chavista, pero honrado”, como él mismo se apresura a aclarar, según la cual los barcos que transportan petróleo venezolano son usados por el narcotráfico?
Ya podrá entenderse, claramente, que no es lo mismo un Presidente reelecto por el CNE venezolano, con la camarada Tibisay Lucena al frente, que un mandatario, con similar opción, en la "cínica Europa".
Una personalidad tan avasalladora como la de Winston Churchill, un gigante político tras la II Guerra de Mundial, aunque volvió a ser electo Primer Ministro del Reino Unido en 1951, perdió las elecciones de 1945 precisamente porque los británicos estimaban que había desatendido sus demandas de mejoras sociales.
En Grecia el Primer Ministro tambalea en estos instantes por el escándalo de los incendios forestales. En Francia, nada menos que el otro argumento de Chávez para sus planes de perpetuidad, el Consejo Constitucional, encargado de verificar la constitucionalidad de cada una de las leyes, y entre cuyos miembros no pueden figurar fichas destacadas de los partidos políticos, es un órgano con facultad plena para anular total o parcialmente los resultados de un referendo. Ese Consejo, por ejemplo, acaba de desautorizar la petición gubernamental de colocar una pulsera electrónica a todos quienes hayan sido condenados a más de cinco años de cárcel por crímenes sexuales, y ahora estén libres. Se calcula que pudieran llegar a un total de 600 ex presidiarios en esas condiciones.
"El respeto de la Constitución no es un riesgo, sino un deber", ha planteado Pierre Mazeaud, el presidente del Consejo Constitucional, sin ser llamado "plasta" por eso.
Si de copiar se trata, ¿por qué no calcar aquí, al menos algunos de los rasgos de Francia, el Mejor País del Mundo para Vivir, según la revista Living, 2007, por su alta calidad de vida, su infraestructura, su tecnología y su estable economía? ¿Por qué no tomar nota de un sistema electoral que garantiza una segunda vuelta, en caso de una ventaja precaria en la primera? ¿Por qué no reproducir las condiciones que impone la ley gala para aspirar a la Presidencia?: poseer la nacionalidad francesa, haber cumplido los 23 años de edad, ser presentado por, al menos 500 ciudadanos, y ostentar "dignidad moral".
Francia es lo que es, aún cuando su Constitución actual, la de la Quinta República, data de 1958, aprobada vía referendo por el 80% de los votantes. Y en Alemania, otro de los países que Chávez tomó prestado para justificar su ambición de poder eterno, el sistema electoral está diseñado de tal forma que vuelve prácticamente imposible un gobierno monocolor. La norma impone la alianza de los partidos, fuerzas que se aseguran una posición clave, y determinante, en el aparato electoral. Nada de normas sorpresa a última hora. Nada de registros electorales misteriosos. ¿Cómo es posible que en Venezuela a estas alturas no se sepa cuántos votos sacaron, como suelen recitar, los mudos diputados y las mudas diputadas que, con sus recientes excepciones, levantan manos y a todo dicen amén, en la Asamblea Nacional? Perdone usted, pero ¿puede un diputado como el mayor Francisco Ameliach, sentirse representante de alguien, o de algo, luego de muestra tan lastimera de degradación, después de autoflagelarse frente a todos, incluyendo a su familia, a los pies del caudillo, y, lo que es peor, exhibiendo así un desprecio tan cruel por sí mismo y por la “institución” que integra?
Por todo esto, la reforma constitucional está montada sobre bases inmorales. El mandamás sabe que la única forma de endulzar el veneno de su ambición, era lanzando anzuelos como el de rebajar la jornada laboral. En casi todos los países que han ensayado esta fórmula la han tenido que revisar. La tendencia de la gente es a buscar un segundo trabajo, éste último casi siempre sin seguridad social, y todos acaban más ocupados y pobres que antes. ¿Qué hacer, entonces? Todo menos facilitar la infamia, adelantando atajos, trochas dudosas, como la de centrar la discusión en el abominable trapo rojo de si la democracia ha de ser acuchillada en bloque o por partes. Los estudiantes prometen sacudirnos de esta cobardona modorra. El doctor Hermann Escarrá, en nombre del Comando de la Resistencia, está llamando a "no cohonestar con un Golpe de Estado orgánico a la Constitución" e "impedir, con redes de protesta, la desaparición de la República".


Fujimori como espejo

Todo indica que no es hacia Eslovenia, Alemania, Francia, Italia o Portugal, donde debe apuntar Chávez. Su proyecto, desde un principio, si algún parangón tiene, es con el de Alberto Fujimori, en Perú.
Joaquim Ibarz describe que ambos, Chávez y Fujimori, "hacen redactar y aprobar constituciones que facilitan gobernar en forma autoritaria con apoyo militar. Uno tiene origen golpista y el otro dio un autogolpe; los dos acabaron con los partidos políticos tradicionales y sometieron a todas las instituciones del Estado, en especial al poder judicial, que pusieron a su servicio. Aunque prometieron acabar con la corrupción, ésta se institucionalizó al no existir ningún control. Si Fujimori estableció el régimen más corrupto en la historia del Perú, el propio Chávez dijo en la Asamblea Nacional: 'Estoy de la corrupción hasta la coronilla'".


"Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento"
Nelson Mandela, Ushuaia, 1998

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Acerca de mí

Periodista. Jefe de Redacción del diario El Impulso, de la ciudad de Barquisimeto, Venezuela