- Es el momento de reaccionar. Aquí tiene que pasar algo
- No he sido, ni soy, ni nunca seré bien visto por este gobierno
- Debemos salvar la democracia y no hay que tener miedo. ¡Es preciso alzar la voz!
Benevolencia no quiere decir
tolerancia de lo ruin,
o conformidad con lo inepto,
sino voluntad de bien
Antonio Machado
(Al Dr. Joel Rodríguez Ramos,
imagen señera
de la probidad, dedico).
Su imagen transmite una bondad entusiasta, estremecida. Su palabra brota fácil, gotea y se escurre por los caminos de sus juicios, sin diques a la vista, por más que se la alargue. Posee el don impenetrable pero fácilmente perceptible del carisma. Y hay en sus gestos una vehemencia traslúcida que pese a lanzar chispazos de cuando en cuando, nunca habrá de desembocar en la cólera, en las nieblas de la ofuscación. Así, del gesto más enérgico y fibroso que guarda en su archivo o granero de emociones, en un pestañear logra abrir paso sin percance a las lumbres de una sonrisa ancha y amable que es tibia llamarada de agudeza.
El Rev. P. Pedro Freites Romero está en Caracas. Vino de Roma por breve tiempo, para atender asuntos de orden familiar. Pero la densa agenda de sus afanes, celestes o del corriente, no sabe de las pausas mundanas.
–Usted es uno de los blancos de la ira del régimen. En una ocasión fanáticos hasta le desgarraron la sotana en la plaza Bolívar.
–Una de las cosas por las que uno tiene que darle gracias a Dios es la fuerza que podemos sentir y que nos viene dada por su misma promesa. Es precisamente en medio de las dificultades, de las tormentas, cuando esa presencia de Dios se manifiesta para poder ejercer y cumplir nuestra misión. He sido sometido a muchos ataques, amenazas, ofensas y agresiones, pero eso es parte del proyecto revolucionario.
–¿Qué ha sentido usted?
–Sentimos pena ajena. Nos da tristeza. Lo que queremos es mantener firme nuestra misión.
–Durante el referendo le impidieron ejercer el papel de observador.
–Quien no se pone de rodillas ante el régimen, y no dice lo que ellos quieran, entonces no es bien visto. En mi caso no he sido, ni soy, ni nunca seré bien visto. La palabra de Dios no está encadenada y la dimensión, la esencia del hombre, es su libertad. La idea de acabar con esa libertad no es algo improvisado. Precisamente se está discutiendo en estos días la Ley de Contenidos. Aquí se está corriendo un gran riesgo, un gran peligro.
–¿Qué fue lo que usted pudo observar en el referendo?
–Yo tengo la convicción de que aquí hubo un gigantesco fraude. Lo que se hace con estas elecciones regionales es revalidar a un CNE que ha quedado muy mal parado. Pareciera que la intención es desmoronar y destruir todas las instituciones para reorganizar el proyecto político de un régimen con una clara tendencia hegemónica, dictatorial, totalitaria. Tenemos que salvar la democracia y no hay que tener miedo. Es preciso alzar la voz.
Corrupción espantosa
–Usted ha dicho no sólo verdades filosóficas, conceptuales. También ha asumido posturas prácticas. Usted llegó a afirmar públicamente poco antes del revocatorio: “Lo vamos a ganar”.
–Es que yo estoy convencido de que al pueblo venezolano se le conculcaron o se le secuestraron sus derechos, se le pisoteó su dignidad. Le robaron sus votos. Por eso yo cuestiono a este régimen y sé bien los riesgos que eso implica. Hay un terrorismo de Estado desatado a través de las instancias judiciales. La idea de ellos es concentrar el mayor poder durante el mayor tiempo posible. Estamos frente a una inmoralidad política que traspasa todos los niveles históricos. ¡La corrupción es espantosa! No hay Estado de derecho. La economía la están destrozando. Todas las revoluciones son especialistas en incrementar y distribuir la mayor pobreza posible, para ellos tener a los pobres como instrumentos de poder, y ponerlos allí a esperar migajas de lo que merecen recibir con dignidad.
–Le confieso, padre, que si eso hace la revolución, tampoco la oposición ha sido santa.
–El pueblo ha sido engañado, y lamentablemente ha faltado una oportuna conducción política, una coherencia en el discurso opositor. Ha habido negociaciones. Por eso hoy tenemos lo que tenemos. Aquí está en peligro la paz de los venezolanos, y por lo tanto yo comparto, cien por ciento, las declaraciones de Su Eminencia el Cardenal Rosalio Castillo Lara, dadas a este prestigioso diario, en cuanto a la necesidad de desconocer a este gobierno. No se puede obedecer leyes amañadas y fundamentadas en la injusticia. Así no se puede construir un país.
–Aquí se habló de un colosal fraude en el revocatorio, pero hoy mismo se irá a unas elecciones regionales en las mismas condiciones.
–Se debió hacer un esfuerzo mayor para impedir la realización de estas elecciones regionales. No están dadas las condiciones técnicas y de transparencia. No están claras las reglas del juego. Yo le digo a la gente: Te van a engañar otra vez. Abre los ojos. No seas ingenuo. No hipoteques tu dignidad. Es el momento. Levántate y reacciona. Fuimos al revocatorio como ovejas en medio de manadas de lobos. Factores de la oposición llegaron a negociaciones en la inocencia, porque creen que están jugando democráticamente. Éste no es un juego democrático. Tienen que abrir los ojos. Usted no está frente a un demócrata. ¡Usted está frente a un déspota! Cada día que pase será más difícil. Todavía estamos a tiempo.
–Lo que a gritos el oficialismo anuncia es que la revolución llegó para quedarse. Este lunes, dicen, el mapa nacional amanecerá teñido de rojo.
–Yo espero que no sea de otro rojo.
–¿Habla de sangre que pudiera ser derramada?
–No es lo que queremos, no es lo que se desea. El horizonte que se le plantea al pueblo venezolano es bastante incierto. No podemos perder tiempo en la tarea de recuperar la democracia, hacer una reingeniería, restablecer el orden, aplicar la Constitución y las leyes. Aquí sólo van presos los que han levantado su voz contra el régimen. Hay una ingobernabilidad profunda. ¿Cuándo puede gobernar un Presidente que le dedica tantas horas a hablar, para amenazar, atropellar? Hay que decir: No le tengas más miedo a Chávez. Él habla tantas pistoladas. Es un teatrero. Hay que parársele de frente.
–¿No ha recibido usted también su ración de censura? Cuando usted, como subsecretario de la Conferencia Episcopal, dijo meses atrás algunas de estas cosas, debió abandonar el país.
–Mira, eh, yo no puedo hablar por toda la Iglesia. Esto sí quisiera subrayarlo. Son opiniones personales de Pedro Freites, sacerdote venezolano, quien quiere compartir las angustias, los desvelos y las tristezas de los venezolanos. En la Iglesia hay una posición institucional, debe estar abierta y escuchar al chavista, al no chavista, a todos. Nuestro compromiso es especialmente por la defensa de los más débiles, a quienes se les manipula y engaña. Este es un régimen tramposo, cargado de mentiras. Mentiras tras mentiras. ¡Es una montaña de mentiras!
–¿Qué sugiere?
–Ahí está el artículo 350 de la Constitución. Creo que esta es una lucha por la cual vale la pena gastarse y desgastarse.
Ofrendaré mi vida
–¿Hasta dónde habrá de llegarse en la desobediencia civil?
–Hasta que se escuche la voz del pueblo, y se restablezca y se respete la Constitución. Tenemos que vencer los miedos.
–Pero, ¿qué es lo que debemos hacer?
–Bueno, primero, la gente tiene que organizarse para participar en una democracia viva, en una democracia libre. Debemos ir fortaleciendo los liderazgos comunitarios.
–Ahí está la principal falla. Luce claro que el liderazgo no ha estado a la altura.
–No hay liderazgo. Tenemos que crear los perfiles de los nuevos liderazgos y de los sistemas de organización y reconstrucción del país. En eso estamos trabajando. Yo anhelo profundamente estar en mi país, y ofrendar mi vida por dar un aporte, por decir que he hecho algo por salvar lo que nos toca, la libertad. La otra fase la tienen que cumplir las instancias a las que les compete restablecer el orden, la legalidad, la seguridad de Estado.
–¿Se refiere a la Fuerza Armada?
–Yo confío profundamente en que tarde o temprano la Fuerza Armada Nacional tendrá que restablecer o recuperar su misión esencial, cual es la de garantizar el cumplimiento de la Constitución, y el resguardo de la soberanía y la paz. No podemos permitir que se instaure este reino de odios, de divisiones, de ofensas, de atropellos, de destrucción de la patria. Yo no puedo callar frente a eso, aunque quisiera. Los venezolanos deben alzar su voz.
–¿Alzar la voz lo remediará todo, padre? ¿Solamente con andar por ahí, gritando en las calles?
–Ya el pueblo venezolano ha dado inmensas demostraciones de que quiere la paz, la democracia. El pueblo se siente abandonado, replegado, traicionado. ¡Hemos dejado al pueblo solo!
–En el país sobra quien diga lo que debe hacerse. Lo que falta es quién lo haga.
–Aunque no parezca, hay muchas iniciativas privadas, individuales o colectivas, que se están organizando para dar soluciones a la crisis.
–Lo que se observa es que Chávez sigue adelante, cada vez profundiza su proyecto, y día a día gana más terreno.
–El poder lo obnubila. No le permite abrirse a otros horizontes de comprensión. Eso provoca un desorden psíquico que lleva al desequilibrio, al desastre. Yo no creo que el Presidente esté más fortalecido. ¡Lo que está es más desacreditado!
–Es un Presidente obnubilado que sin embargo neutraliza a todos sus opositores. Ha sabido mover los hilos, y los negocios, para poner a Europa y a los Estados Unidos a bendecir su perpetuación en el poder.
–Yo no creo eso. Yo me muevo en Europa y allá lo que hay es una gran preocupación por saber qué nos ha pasado a los venezolanos. Chávez tiene la posibilidad de encadenar al país y de comprar conciencias y de arrodillar a mucha gente y dividir y quebrar instituciones que se creían pilares en una democracia. Eso da la sensación o crea un impacto psicológico de fortaleza.
El cáncer de las revoluciones
–El jesuita y sociólogo Mikel de Viana urgió a “salir” de un gobierno que convierte a los ciudadanos en lacayos.
–¡Lo comparto! Mikel de Viana es un sacerdote amigo. No es un irresponsable, y tiene razón. Nosotros no podemos seguir aceptando que nos manejen como peones o lacayos, que pisoteen nuestra dignidad. Es el momento de reaccionar.
–De Viana concluye que las revoluciones no se van por la vía electoral.
–Ninguna dictadura se va por la vía electoral. El cáncer de todas las revoluciones es la concentración del poder, la conculcación de la libertad y de los derechos ciudadanos. Entonces, no es por la vía democrática... Es allí donde le toca actuar a las instituciones correspondientes. No es que los esté llamando…
–Ay, padre, a los militares los execran, los mandan a sus casas, o los atiborran de prebendas y privilegios.
–No creo que sean tan ciegos, que sean miopes. No creo que todos sean bandidos y estén podridos. Creo profundamente en la reserva moral, creo que aún hay un sector muy fuerte dentro del campo institucional de nuestra Fuerza Armada, comprometido en ser custodios de la soberanía, garantes de la libertad, de la justicia. Que algunos hayan sido vulnerables y sean ultramillonarios hoy… Porque esta es gente nueva con hambre vieja. Estos están raspando la olla. Vemos nuevos ricos de la manera más escandalosa, más ofensiva. ¡Esto es un bochorno!
–Hay, también, una historia de claudicaciones. Están cediendo empresarios, medios. Monseñor Baltasar Porras, uno de los líderes de la Iglesia más enconadamente perseguidos y vilipendiados, acaba de acceder a un encuentro con José Vicente Rangel, quien salió de allí diciendo que habían quedado limadas las asperezas.
–Todos sabemos la inmensa capacidad de mentir del Vicepresidente.
–Monseñor Porras hizo enseguida un sorpresivo llamado a votar en las elecciones regionales.
–Monseñor Porras, como presidente de la Conferencia Episcopal, ha hecho una invitación institucional a votar. Pero para ello pedimos transparencia y que se respete el juego democrático. Conozco el pensamiento y la posición de monseñor Baltasar Porras. Lo hemos conversado. El suyo fue un comunicado sencillo, que nosotros acogemos y respetamos. El gobierno lo ha querido utilizar a su favor.
–Abundan por allí sacerdotes predicando la revolución. En Barquisimeto hay un cura que le lleva serenatas a Chávez.
–Ellos tienen que dar cuenta a Dios y a su propia conciencia. No es mi papel el de juzgarlos.
–En un mensaje desde Roma, usted dijo el 6 de septiembre de este año: “La fe no es cruzar los brazos ni esperar que todo venga de lo alto”. También advirtió que “el demonio es un espíritu muy inteligente”.
–La injusticia se disfraza de justicia. Es una constante en todo proyecto totalitario. Hitler era un espíritu demoníaco, destructivo. Milosevic desarrolló en Bosnia-Herzegovina una política de limpieza étnica. Aquí se pretende acabar con los que no están con el régimen. La fe no es cruzarse de brazos, sino una búsqueda constante de la justicia. No es que Dios nos ha abandonado, sino que nos permite que aprendamos de estas lecciones para que no volvamos a dejarnos engañar por espíritus inmundos, sucios, que no tienen límites para comprar conciencias. Su ídolo es el estiércol del dinero.
–¡Qué comparaciones hace usted! Hitler, Milosevic…
–Aquí ha habido delitos muy graves que aún están esperando una respuesta. Se está pisoteando la dignidad y la soberanía nacional. ¿Hasta cuándo vamos a dejar que nos invadan? Aquí tenemos un ejército de ocupación, lleno de cubanos. Tenemos las FARC, el ELN, el FBL. Son movimientos subversivos que van contra la Constitución. Entonces, ¿no va a pasar nada? ¡Aquí tiene que pasar algo! Tarde o temprano.
Nada de ambigüedades
–Por fin, ¿qué es ese “algo” del que usted habla en este sermón?
–Mira, éste no es un sermón. Es una reflexión en voz alta. Al hacer estas afirmaciones no me mueve ningún interés personalista, materialista. Mi único gran interés es la felicidad de la mayoría de los venezolanos. Y si por la felicidad y la paz de los venezolanos yo tengo que sacrificar muchas cosas, incluso mi propia vida, estoy dispuesto a hacerlo. En este momento no podemos andar con ambigüedades. Nosotros tenemos que ser testigos de la verdad, y la verdad implica alzar la voz proféticamente y denunciar todas las estructuras de poder, de pecado, de corrupción. Este es un régimen inmensamente corrupto.
–Mientras usted habla, Chávez sigue allí. Hoy tendrá más poder que ayer.
–Tiene que haber un sacudón en la conciencia de los venezolanos. Esta revolución hay que frenarla, hay que pararla.
–¿Cómo, padre?
–Sería una imprudencia decirlo en estos momentos.
–Pero, ¿usted sabe cómo?
–Yo sí estoy convencido del cómo. El cuándo no lo sé, pero si uno tiene cáncer, u otra enfermedad, uno debe buscar la medicina. Aquí estamos enfermos, estamos padeciendo muchísimo, y otros están gozando de nuestro sufrimiento, de nuestro dolor. El nivel de maldad de ellos no tiene límites.
–La propaganda del régimen los expone a ustedes como Obispos al servicio de la burguesía. Dice que ustedes se han olvidado de los pobres.
–Mira, ese es un discurso panfletero. Ellos hablan de los pobres y cada vez hacen más pobres a los pobres. Es una forma de descalificar, de destruir moralmente, intimidar, arrinconar, vejar. Te aseguro que no faltará mañana quien me mandará a quitar la sotana o me inventará cualquier calumnia. No podemos silenciarnos ni apagar la luz de nuestras conciencias. Hay que encenderlas. Y mantenerlas encendidas. Por eso le digo a los venezolanos: ¡Estén vigilantes! ¡No se duerman!
–Chávez exclamó en México en mayo de este año: “¡Qué falta le hace a Venezuela un monseñor Arnulfo Romero, aquel San Romero de América!”
–Al hablar de monseñor Romero no olvidemos cuál régimen estaba gobernando en El Salvador cuando él es asesinado y de dónde vienen las órdenes para liquidar a un santo hombre que estaba al servicio de los pobres. Nosotros creemos que hay un camino para la paz, que es el camino del perdón y de la reconciliación. Pero no puede haber reconciliación si no hay penitencia, si no hay arrepentimiento. La reconciliación es una situación a la cual se llega cuando hay una conversión profunda. Cuando uno reconoce su pecado, su culpa, y endereza.
–¿Entonces no se puede poner la otra mejilla, padre?
–No, no, no. No podemos ser tan pendejos, tampoco. Ese papel de bolsas ya no lo podemos seguir haciendo. Si no lo que vamos a hacer es reforzar la conducta del malvado, del pecador. Hoy me pegan a mí, mañana al otro. Aquí no se trata de poner la otra mejilla. Es un asunto de dignidad. Se trata de poner la vida para defenderla. Es que, ¿para dónde vamos, cuando la vida no vale nada?
José Ángel Ocanto
Hoja de vida
El Rev. P. Pedro Freites Romero nació en Maturín el 12 de abril de 1958
Fue subsecretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana, por un breve período, pues fue llamado a Roma.
Es rector del Colegio Venezolano de Roma.
Ejerció la dirección de la Radio Vaticana para América Latina y el Caribe.
Consultor, nombrado por el Papa, del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales del Vaticano.
Fue director del Departamento de Comunicación Social y de Prensa del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Con posgrado en México, en comunicación.
Master en comunicación social, en la Pontificia Universidad Haveriana de Bogotá.
Egresado de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, con especialización en teología y comunicación.
Varios años de profesor de posgrado en varias universidades de América Latina: Chile, Universidad Autónoma Popular de Puebla, México. Universidad Haveriana de Bogotá.
Abrió y dirigió el posgrado de la Universidad del Valle de Unisinos, Porto Alegre, Brasil.
Director de prensa de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo, en 1992, durante la celebración de los 500 años de la evangelización
No hay comentarios.:
Publicar un comentario