lunes, 17 de diciembre de 2007

Una cita con la fe en las alturas de Bogotá

El Santuario de Monserrate

Foto: JAO
En el año 1925, luego de ciertas reformas, el santuario cobró la forma que ostenta en la actualidad

Foto: JAO
Las muestras de fe entre los visitantes afloran por doquier

Foto: JAO
Así se ve el Cerro de Monserrate, desde La Candelaria. ¿Quién resiste este llamado?


A 3.210 metros sobre el nivel del mar, este altillo, junto con el de Guadalupe, un poco más empinado, tan cercanos ambos que parecieran ir en muda procesión, son considerados los cerros tutelares de la ciudad


Lo primero que supimos es que Monserrate significa “monte en forma de dientes”.
Desde abajo, la vista en verdad no es la de una cima afilada, ni mucho menos.
Casi siempre envuelta en imperturbables neblinas, observada desde las estrechas callezuelas de La Candelaria, en el corazón fundacional de Santafé de Bogotá, la invitación al ascenso es toda una provocación.
Por encima de los húmedos techos de tejas, se recortan imprecisos allá en las alturas los rasgos blanquecinos del Santuario de Monserrate.
A 3.210 metros sobre el nivel del mar, este altillo, junto con el de Guadalupe, un poco más empinado, tan cercanos ambos que parecieran ir en muda procesión, son considerados los cerros tutelares de la ciudad.
Desde el mediodía en que, bajo cerrado aguacero, adivináramos, a lo lejos, su mística presencia, sabíamos que iríamos hasta allá.
Al día siguiente nos dispusimos a esa grata aventura, que recomendamos ampliamente.
En el Paseo Bolívar, carrera 2 este, muy cerca de la Quinta de Bolívar, está la estación en la cual usted puede abordar, por 3.900 pesos los adultos, bien el teleférico o el funicular. ¿Cuál es la diferencia?
Mientras el teleférico, como el de Mérida, el más alto y largo del mundo, es un sistema de transporte que consiste en cabinas aéreas, colgadas de cables, el funicular se desplaza por tierra, sobre una vía de ferrocarril. Opera como un ascensor, de forma que al propio tiempo que un vagón sube el otro baja. El funicular de Monserrate, inaugurado en agosto de 1929, como para agregarle emoción al paseo, atraviesa un túnel.
El trayecto, por sobre frondosos bosques de eucalipto, a 3.2 metros por segundo y bajo un techo de cristal, es de apenas cuatro minutos. Un suspiro, se puede decir, y todo el sistema luce seguro, estable, cómodo, con un excelente mantenimiento.
Un detalle importante es que muchas personas, incluso familias, remontan el cerro a pie, por un sendero angosto y empedrado. Alguien nos dijo que tardan unos cuarenta minutos, a buen ritmo. Unos lo hacen por deporte, por lo placentero del recorrido. Otros, por razones que impone la devoción. Con el ropaje de esa ceremonia, el paseo se convierte en peregrinación. No falta quien, en el pago de una promesa, ha sido visto ganando la cima descalzo, o de rodillas. Ciertamente estos crueles métodos de expiación, hay que subrayarlo, la Iglesia católica no lo avala.
Cuando usted desciende del vagón, en la estación superior, debe tomar unas caminerías, por entre árboles imponentes, el perfume de pródigos jardines, el rumor de las fuentes, los inesperados retazos de niebla, la condición de mirador de cada punto soberbio de la ruta, y, lo más impresionante, la sucesión de monumentos traídos desde Florencia, Italia, hace más de medio siglo, en representación del Vía crucis. Las 14 estaciones padecidas por Cristo hasta morir en el madero de los tormentos, las va reviviendo el visitante, con fruición, en la medida en que asciende hasta el santuario, donde reposa la imagen del "Santo Cristo Caído a los azotes y clavado en la cruz", esculpida en 1656 por el maestro santafereño Pedro de Lugo y Albarracín.
Es difícil no sentir aquí los llamados de la devoción, no importa cuál fe se profese.

Insuperable mirador

Desde Monserrate se obtiene la mejor vista panorámica de Bogotá y sus alrededores. Con un clima favorable es posible observar desde aquí el Parque de Los Nevados, a más de 300 kilómetros de distancia

La imagen

Según la tradición, la imagen del Cristo Caído llegó hasta aquí por equivocación. Algo parecido ocurrió en Santa Rosa con la Divina Pastora

Los relatos

“Muchas mas historias crecen en torno al cerro.
Así, en un pequeño libro que se vende en el santuario y que contiene la historia del mismo, se asegura que en 1895 el equilibrista Harry Warner tendió un cable entre Guadalupe y Monserrate y lo cruzó a pie.
Relatos fantásticos abundan en la memoria de los cachacos y contribuyen a la magia que se despierta El Señor Caído de Monserrate.
Al santuario de Monserrate se llega por tres caminos: a pie, que recorren los devotos en pago de alguna promesa, por teleférico o por funicular”.

Los favores

“Ya desde los siglos pasados la venerada imagen del Señor Caído se bajaba a la ciudad cuando el verano era demasiado largo y su rigor estaba haciendo grandes daños o cuando llegaban terribles epidemias de viruela o tifus, entre otros males. La gente devota acompañaba piadosamente a la sagrada imagen y los favores tan deseados se conseguían prontamente”.
Tomado de Vida de Santos, del P. Eliécer Sálesman

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Acerca de mí

Periodista. Jefe de Redacción del diario El Impulso, de la ciudad de Barquisimeto, Venezuela